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CRITICA
Por: PACO CASADO
El primer estreno del año 1995 recién estrenado no podía ser otro que una película familiar de buenos sentimientos, como es casi obligado en estas fechas navideñas.
Una vez más el cine americano aboga por la unión de la familia que tan combatida se ve en estos tiempos que corremos, con divorcios, padres separados e hijos sin el debido cariño de sus progenitores. En este caso esto viene dado por una desgracia familiar, la muerte de la madre.
La pequeña se ha encerrado en un mutismo del que nadie la puede sacar, ni siquiera su propio padre que, además, tiene el problema de no poder dejarla sola, por lo que busca a una mujer que atienda la casa y a su hija pequeña.
La llegada de Corina, una universitaria de color, obrará el milagro e incluso sacará de su ateísmo al padre, cosa de la que también se ocupará la niña que ve en ella a la madre que le falta. No parará hasta que en tal se convierta y que su padre la acepte como su nueva esposa.
Toda la anécdota está sacada por la realizadora y guionista a un tiempo de este film, Jessie Nelson, de sus propias experiencias ocurridas en los años cincuenta y en esa época se desarrolla la cinta, ambientada con concursos de televisión, películas y canciones de aquellos momentos que enriquecen su banda sonora.
El principal atractivo de la película se centra en la interpretación del terremoto Whoopi Goldberg, aunque en este caso más contenida, humana y tierna que en los dos capítulos de 'Sister Act: una monja de cuidado' (1992) y 'Sister Act 2: de vuelta al convento' (1993).
A su lado le presta réplica Ray Liotta, un actor que es capaz igualmente de hacer de malo en 'Algo salvaje' (1986) o 'Falsa seducción' (1992) que de bueno en 'La fuerza de un ser menor' (1988), que encarna aquí al padre, creador de slogans y canciones publicitarias.
Y sin olvidar al descubrimiento del pasado año, Tina Majorino, una niña prodigio, que en poco tiempo ha interpretado ya tres films, 'Cuando un hombre ama a una mujer' (1994), 'Una foca en mi casa' (1994) y éste. Anotemos finalmente un pequeño papel como secundario para el veterano Don Ameche en el que debe ser su último trabajo para el cine antes de su muerte.
La dirección de Jessie Nelson, que hace su debut en el largometraje, no tiene demasiada garra, se nota novata y falta de ritmo, ya que lleva la cinta a paso lento.
Una mayor agilidad le hubiera hecho más atractiva, pero al menos se deja ver con agrado, ya que pone sentimiento en algunas de sus escenas principales a la hora de tratar el drama planteado.
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