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CRITICA
Por: PACO CASADO
A caballo entre el pasado y el presente, aborda una historia de amor y traición entre Katya, una espía rusa que trabaja para el gobierno norteamericano y Alexander, un prometedor político del Partido comunista soviético durante la Guerra fría en plena carrera armamentística y las consecuencias que esta relación tiene para ellos y para sus países.
La acción se desarrolla en Moscú en 1950 y esa relación comienza de manera profesional, pero termina apareciendo el amor, ya que lo último que espera ella es que acabe enamorándose de él.
La historia se inicia en los Estados Unidos a los que Alexandre ha acudido en una embajada de buena voluntad sin Katya. Pero pronto en diversos flash backs vamos conociendo cómo se llegó a esa relación y lo que ocurrió después mediante la investigación que hace Marina, una sobrina artista pintora, que acude a Moscú a exponer sus obras y de paso a investigar sobre el pasado de Katya y qué sucedió con ella.
Es la típica película artesanal de espionaje que hemos visto ya muchas veces en décadas pretéritas ya que ahora apenas se hacen de esta forma tan clásica, puesto que en estos momentos se le añaden algunos aspectos de thriller y con más acción en el desarrollo de la trama.
Está dirigida de forma académica por la británica Shamim Sarif, que es también la autora del guion en el que transformó su propia novela, que había publicado en 2004, que tiene el grave defecto de usar demasiado las vueltas atrás haciendo la narración un tanto confusa, que junto algunos tics del género hace que se pierda un poco el interés inmerso en el relato romántico, mientras pasa de puntillas por el conflicto entre americanos y soviéticos en los duros años del llamado telón de acero.
A ello se le une una dirección que no ha sabido elevar el interés de la trama y de producir emoción en algunos momentos de suspense a los que se les podía haber sacado más partido.
Interesante el trabajo de Rebecca Ferguson y en un papel un poco más breve Charles Dance que incorpora el personaje de Alexander ya en la vejez asentado en los Estados Unidos donde terminó desertando.
Se trata del tercer largometraje de ficción de la directora británica Shamim Sharif que le da el aire típico de corrección formal que es habitual en el cine inglés, pero no pasa de ahí.
Aclaremos que el hecho de que este film se haya presentado en algunos festivales de cine gay y lésbico es por la relación que mantiene brevemente Marina con una periodista que le ayuda en la investigación acerca de Katya, pero no tiene escenas escabrosas en ese sentido.
Premio del público en los Festivales de cine lésbico de Miami y París. Premio al mejor director en el Festival de Fénix. Premio del público en el Festival de cine independiente de Rehoboth Beach. Tres premios en el Festival de cine Gay de Tampa.
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