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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ben Stiller no se conformó con actuar, sino que ya en su día se pasó también a la dirección con 'Reality Bites, Bocados de realidad' (1993), con Winona Ryder y repitió de nuevo con 'Un loco a domicilio' (1996), esta vez con Jim Carrey.
Ahora nos llega el que debe ser su tercer largometraje, o al menos que le vemos como director, aunque aquí no sólo dirige, sino que además protagoniza, es guionista y hasta tiene parte en la producción de esta comedia, pretendida sátira sobre el mundo de la moda y cuanto tiene de falso y oropel todo lo que le rodea.
Un diseñador quiere cargarse a un jefe de estado porque va a subir los sueldos de la mano de obra y así no ganaría dinero. Para ello elige a un descerebrado modelo, que ha perdido el número uno del ranking, para que lo lleve a cabo, que no es otro que Derek que al quedar en entredicho y como un idiota, decide retirarse. Sin embargo un prestigioso diseñador le pide que desfile para él.
El personaje de Derek Zoolander está tomado de un sketch que se hizo para adornar un desfile de modas y se le hace vivir esta descabellada aventura en la que no encontramos ni un solo momento digno de hacernos reír.
Para que se hagan una idea es como 'Austin Powers: Misterioso agente internacional' (1997), de Jay Roach, pero peor.
Un guion increíblemente malo, una dirección torpe, una interpretación fatal y para qué seguir.
Lo mejor los abundantes cameos de caras famosas que es lo único que nos distrajo.
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