Como quiera que su decisión de rodar "La pasión de Cristo" en arameo, latín y griego tuvo una gran acogida, Mel Gibson se propuso ir un paso más allá y filmar una brutal historia de supervivencia ambientada en el imperio Maya y hablada en el dialecto de la época. El experimento, a ratos intenso, a ratos desconcertante, no tuvo tanto éxito como su anterior producción aunque haya que reconocerle al cineasta y actor la valentía en la decisión.
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