Si perfecto es el argumento sobre el petróleo e inmejorable el guion, no menos interesante es la puesta en escena que hace Stanley Donen en esta historia que tanto se asemeja a las cintas de Alfred Hitchcock. Desde las primeras imágenes, con los espléndidos títulos de créditos ideados por Maurice Binder, toda la película es un puro arabesco, un laberinto de intrigas que no da respiro al espectador.
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