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CRITICA
Por: PACO CASADO
En otras ocasiones hemos apuntado que ya cada vez más los géneros fílmicos no son puros sino que se van mezclando con gran asiduidad como ocurre en 'Calle Cloverfield 10' cuyo título no sabemos a qué obedece. Este proyecto pasó por varias manos hasta que cayó en Bad Robot la productora de J.J. Abrams.
Michelle es una joven que sale huyendo de su domicilio abandonando así a Ben, su pareja, y sufre un accidente de coche en el que es arrollado por un vehículo en una carretera solitaria.
Al despertarse se halla en un búnker con Howard, un hombre excéntrico, que le comunica que la ha salvado del día del juicio final, ya que afirma que el exterior es inhabitable por culpa de una catástrofe apocalíptica en la que todas las personas han muerto y ellos son los únicos supervivientes.
Aquí donde comienza la auténtica pesadilla de Michelle que duda si lo que dice es verdad, por lo que tendrá que decidir si es rehén o superviviente y si lo correcto es quedarse en el recinto o intentar escapar de él y enfrentarse al supuesto terror del exterior o seguir allí con un psicótico.
La mente de un criminal es infranqueable por lo que Michelle tendrá que analizar a su enemigo para saber si es afortunada por vivir o por el contrario está secuestrada por un delincuente.
El ajustado guion trata en realidad sobre temas como la libertad, la incertidumbre, la supervivencia, el miedo, el apocalipsis en una mezcla de géneros que va del thriller psicológico de suspense con presunto psicópata incluido que se arroga el papel de mesías salvador y la ciencia ficción catastrófica.
El espectador se lleva toda la proyección sumido en la duda, al igual que los protagonistas, y lo decimos en plural, porque a poco de comenzar la historia aparece Emmett, un hombre joven que declara que fue quien le ayudó a construir este refugio atómico, de si lo que dice Howard es verdad o mentira, lo que hace que constantemente intenten salir de allí organizando la fuga a escondidas.
Apenas si se nos dan unas pinceladas de lo que puede ocurrir fuera del habitáculo a base de algunos ruidos sospechosos y la aparición fugaz de una mujer en el exterior.
La eficaz realización mantiene bien las expectativas de la historia a pesar de que el noventa por ciento de ella se desarrolla en el interior del cerrado, aunque amplio, recinto mediante el cual la cámara se mueve con soltura, lo que hace que en ningún momento tengamos la sensación de claustrofobia.
El espectador está tan acostumbrado a manejarse entre las paredes del refugio que ya hasta se le hace extraño la salida al exterior con la que culmina el film que, a nuestro juicio son los metros finales los que desentonan un poco.
El guion tiene una buena descripción de personajes, ajustados diálogos y un sentido del suspense bastante controlado que mantiene el interés.
Otro capítulo es el interpretativo que se centra prácticamente en tres personajes, el de Howard, el secuestrador, estupendamente incorporado por John Goodman, en Michelle, la secuestrada, Mary Elizabeth Winstead que hace un notable trabajo y el apoyo de Emmett, John Gallagher jr. que le da buena respuesta.
Por su parte Dan Trachtenberg, que debuta en la dirección de un largometraje de ficción, logra un resultado bastante aceptable filmando de manera convencional, que va interesando cada vez más en saber cómo termina la historia, superando la difícil tarea que se le plantea, manejándose con un corto presupuesto, acostumbrado como estaba a realizar videoclips y spots de publicidad.
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