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CRITICA
Por: PACO CASADO
No podía haber elegido mejor fecha para su estreno esta película que trata sobre el problema de los refugiados que está tan de latente actualidad ya que en estos momentos se debate el número de emigrantes que acogerá cada país.
Es la ópera prima del cómico francés de origen iraní Kheiron, nombre artístico de Nouchi Tabib, un artista que igual hace monólogos que canta o actúa en series y programas de televisión donde es sumamente popular, que cuenta en clave de humor esta historia, pero con una comicidad muy diferente a la que suele hacer en los escenarios cuando actúa.
Comienza en Teherán, en 1971 y es la vida real de su padre, el joven Hibat Tabib y su esposa Fereshteh, un activista en el Irán en los años de la tiranía del Sha Reza Pahlevi durante cuyo mandato sufrió el ser condenado a diez años (salió a los siete) torturado en varias ocasiones y posteriormente también cuando llegó la Revolución Islámica del Ayatolá Jomeini esperando que la situación fuera a mejor y resultó lo contrario, fue a peor, por lo que a la menor ocasión huyó con su familia, y tras pasar la clandestinidad en Turquía, se refugiaron en los suburbios de París, en el barrio de los poetas, donde comienzan una nueva vida, pero allí también han de hacer frente a la violencia gratuita, la fractura social y la miseria intelectual.
La intención del film no es la de plantear el problema actual, sino la de hacer un homenaje a sus padres que pudieron salir adelante, con esta historia de integración multicultural, de amor familiar y de entrega a los demás, que padecieron la represión del Sha y de Jomeini a los que se atrevieron a enfrentarse por su forma de gobernar el país.
Tras llegar a Francia el padre trabajó como vigilante de obra en los barrios deprimidos hasta que consiguió reciclar su carrera de abogado y convertirse en una especie de asistente social que terminó inventando un método para acabar con la violencia en los colegios, recibiendo por ello la Legión de Honor.
Su caso no es diferente de los actuales. Es una historia real, pero lo inteligente y gracioso es que este drama lo convierte en comedia, ya que los emigrantes no son enemigos que invaden nuestra tierra sino que aportan una mezcla de su cultura y sus costumbres que puede ser muy provechosa.
Es una cinta optimista que habla de la buena gente, que transmite mucha energía positiva, aunque es algo irregular con una primera parte muy dura, con torturas y prolongados aislamientos carcelarios, siendo más amable tras la emigración, ya que a partir de ahí adopta un tono de comedia que desdramatiza la situación, e incluso caricaturiza al Sha, a los carceleros.
Es una forma de contar la historia de Irán de una forma distinta que le da una cierta frescura.
En definitiva una película modesta con un tono de humor, que Kheiron dirige con naturalidad, sintiendo lo que cuenta, que desmitifica las revoluciones, el exilio y el tema político.
La película ha sido un éxito en el país galo con más de setecientos mil espectadores.
Premio especial del Jurado en el Festival de Tokio. Nominada al César a la mejor ópera prima.
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