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CRITICA
Por: PACO CASADO
Al cine americano le ha dado últimamente por hacer películas deportivas. Su abundante producción justificaba, ante los escépticos, la existencia del Festival de Sevilla Cine y Deportes.
No se limitan sólo a los más populares como pudieran ser el baloncesto, el béisbol o el fútbol americano, sino como en este caso también dan entrada al hockey sobre patines, una disciplina en la que los Estados Unidos no era nada fuerte en el año 1979, hasta que se impuso hacer frente al máximo rival en este deporte que era la extinta Unión Soviética, la máxima potencia, con una selección prácticamente invencible, la mejor del mundo.
En los Juegos olímpicos de 1980 lograron por fin ganarle gracias al tesón y al coraje de un hombre, el entrenador Herb Brooks, que impuso una disciplina férrea a un buen equipo universitario de gente joven, animosa, dispuesta a darlo todo por su país.
El film recoge esos aspectos así como el sacrificio que hacen todos, desde el entrenador, casi abandonando a su familia, hasta el último de los jugadores de los que se nos dan algunos apuntes humanos, sin abusar de ello.
Se basa la cinta en unos hechos reales, aunque el guion es un poco previsible, puesto que ya conocemos el final y está teñido de algunas notas de orgullo patriótico.
Kurt Russell hace un sobrio y serio trabajo, en unión de un grupo de jóvenes que posiblemente muchos de ellos no sean ni actores profesionales.
Ganó el premio Espy a la mejor película de deporte.
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