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CRITICA
Por: PACO CASADO
Un título equívoco que lleva a pensar que Michael Moore, que ha atacado a los gobiernos e instituciones en anteriores títulos, en esta ocasión también lo hará, pero no es así.
Como buen patriota ha criticado hasta ahora con sus documentales lo que ocurre en Estados Unidos, con una serie de títulos que pusieron de moda el género hace ya unos años.
Aquí viaja por varios países europeos, además de Túnez, donde va descubriendo las buenas ideas que se practican en ellos y que debería adoptar el gobierno norteamericano para mejorar la vida de sus habitantes.
Michael Moore, uno de los directores más insultados del planeta, se sumerge en un mundo incomprensible para él por las cosas que va descubriendo, cuando no sabe que Europa está siempre imitando a los americanos y que no está en tan buen momento como resulta de las entrevistas que hace.
Él, que siempre ha sido negativo con todo el que coge por delante, esta vez se vuelve positivo.
Además del estado del bienestar también habla del derecho a la educación, el que los niños no lleven tantos deberes a casa, la rehabilitación de los reclusos, la legalización de las drogas y la igualdad de las mujeres, entre otros temas.
Síntoma de lo positivo esta vez es que reconoce que los países que visita no son perfectos pero no habla de sus defectos sino de lo que hacen bien con sus ciudadanos.
Moore, que vuelve a la carga de denunciar los males endémicos de la sociedad americana tras ganar un oscar por 'Bowling for Columbine' (2002) y la Palma de oro por 'Fahrenheit 9/11' (2004), nos trae ahora su película más divertida, una sátira en la que se embarca en un viaje por Europa para encontrar soluciones que se puedan aplicar a los problemas internos de su país.
Seis años después de su último documental 'Capitalismo: Una historia de amor' (2009), el combativo director vuelve a las salas con un film satírico que se estrena en plena época electoral americana.
Moore plantea en esta cinta una forma muy peculiar. En Italia se asombra de las vacaciones pagadas o el permiso por maternidad; en Francia cómo comen los niños en una escuela o se les enseña educación sexual; en Finlandia apenas llevan tareas a casa y aprenden al menos tres idiomas, no hay escuelas privadas y las públicas son muy buenas a la que van ricos y pobres, es el país con mejor sistema educativo del mundo; en Eslovaquia la universidad es gratis para todos; en Alemania se respetan los horarios laborales y las vacaciones del trabajador y no se le oculta a los niños los errores históricos del pasado mientras que en Norteamérica se solapa el genocidio indio y la esclavitud negra; en Portugal se han legalizado las drogas y ha bajado el número de drogadictos; en Noruega la rehabilitación de los reclusos no es un venganza y viven en libertad dentro de la prisión con toda clase de comodidades; en Túnez el aborto es gratis y en Finlandia en 1975 hicieron una huelga en favor de la mujer y tienen a una de ellas de presidente.
Estos beneficios que los europeos disfrutamos les asombran a Michael Moore siendo unos derechos que hemos conquistado durante décadas que a pesar de ser tan elementales no los conciben sus conciudadanos.
El activista Moore ha cumplido los 60 y se le nota, ya no es tan gamberro sino más conciliador y optimista que sin olvidar su sentido del humor socarrón, se convierte en más constructivo y menos demoledor para con su país que de estos viajes trata de llevarse ideas para resolver cuestones allí.
El problema de esta película es que ofrece una visión idílica de nuestro viejo continente y pasa por alto la parte fea, como la emigración, que también sufren ellos, dando una idea parcial o falsa.
Premio del público al mejor documental en los Festivales de Chicago y Hampstons.
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