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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine de Hollywood no sólo se aprovecha de los superhéroes surgidos de los comics sino que ahora también lo hace de los personajes que aparecen en los videojuegos y así se lleva a cabo uno de los que han resultado más comerciales, 'Warcraft', que cuenta con millones de usuarios a nivel mundial.
El exitoso juego, que comenzó en 1994 creado por la compañía Blizzard, ha generado todo un fenómeno sociológico con su modo online.
Su adaptación al cine, que ofrece la emoción de los personajes, está llevado a cabo por Duncan Jones, hijo del famoso David Bowie, ya fallecido, director de 'Moon' (2009) y 'Código fuente' (2011), que hace con 'Warcraft: el origen' (2016) su tercera película en un esfuerzo por crear una historia tan interesante como la rica mitología del juego que enfrenta a la horda y a la alianza en un universo tomado demasiado en serio.
El guion debido a la cantidad de personajes pobremente definidos y lo parecidos que son los orcos, es difícil de seguir, hasta que se van conociendo, pero entretanto se hace tedioso, si no se tiene conocimiento anterior por el juego.
Es un despilfarro en decorados, efectos especiales, en demasiadas batallas, en el extenso reparto cuyas interpretaciones no aportan nada que sea destacable.
Ante esta gran cantidad de imágenes originadas por ordenador cabe preguntarse si algún día el cine de actores desaparecerá.
La trama tiene lugar su desarrollo en el pacífico reino de Azeroth, gobernado por el rey Llane Wryn y la reina Lady Taria que viven en la ciudad llamada Ventormenta, cuya civilización se ve amenazada por la invasión de una temible raza, los guerreros orcos, que tratan de abandonar Draenor, su mundo, que está en peligro de extinción.
En esa lucha por la conquista del nuevo territorio, orcos y humanos se enfrentan en una guerra marcada por la búsqueda del poder y los sacrificios por parte de ambos bandos, el de los humanos comandado por Anduin Lothar, mientras que del otro lado está Durotan, el jefe del clan Lobo Gélido. Y entre ambos mundos se encuentra Garona, una mujer medio humana y medio orca, que tratará de mediar en esa lucha de épicas proporciones en ese irreal y fantástico mundo.
Cuando un portal se abre para conectar los dos mundos, ambos se enfrentan a la destrucción y a la extinción. Desde lados opuestos los héroes se encuentran a punto de colisión, lo que decidirá el destino de sus familias, sus gentes y sus hogares.
Está basada en la mitología y sobre la encarnizada lucha entre el bien y el mal, en definitiva.
La historia gira en torno a ese mundo de fantasía en el que se libra todo tipo de batallas que se están forjando en las entrañas de los bosques y que alcanzarán a todos los habitantes enfrentándolos en una guerra sin precedentes en este film que no deja indiferente a los fieles seguidores, ni a los que no conocen el juego.
Hechizos, magia y muchas armas, en una de las versiones fílmicas de videojuegos más esperada de todos los tiempos, con criaturas grotescas, como los orcos, que ya salían en 'El señor de los anillos', de Tolkien, que están bien para el juego, pero no tanto para el cine donde se nos presenta ese universo de una forma muy particular sacado de otras historias fantásticas, con una correcta factura técnica, espectacular en determinadas escenas, con un bajo nivel, tanto de guion como en sentido del ritmo, con una trama plana, complicada, que se hace confusa en algunos momentos, aunque en la parte final algo menos, en un excesivo despliegue de acción, que se alarga innecesariamente, defectos que hacen que no sea una buena película, que va dirigida sobre todo para los fans del videojuego.
Posee una banda sonora ruidosa y un final que deja abierta la puerta para una continuación a buen seguro a juzgar por los resultados obtenidos en taquilla.
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