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CRITICA
Por: PACO CASADO
Steven Spielberg suele volver con cierta frecuencia a los sueños de su infancia y realiza películas como lo demuestran 'E.T. El extraterrestre' (1982), 'El imperio del sol' (1987), 'Hook' (1991) 'A.I. Inteligencia artificial' (2001), 'Las aventuras de Tin Tin: El secreto del unicornio' (2011) y ahora lo hace de nuevo con 'Mi amigo el gigante' (2016), en el que adapta uno de sus cuentos preferidos, 'El gran gigante bonachón', de Roald Dahl, publicado en 1982, último guion llevado a cabo por Melissa Mathison antes de su muerte, a quien va dedicada este largometraje.
Sophie, una niña de diez años de edad, que vive en un orfanato, una noche en la que no puede dormir, decide asomarse a la ventana, y por la calle ve algo que le deja sorprendida, un hombre muy alto que se asoma a los balcones de las casas con una trompeta a la que sopla para que un polvo caiga sobre las camas.
Cuando el gigante ve que está siendo observado, toma a la niña y se la lleva al País de los Gigantes donde vivirá la aventura de su vida de la mano del gigante amigo.
Naturalmente asustada al principio, Sophie pronto se da cuenta de que el gigante, de 24 pies de alto, es encantador.
El grandullón se dedica a cazar sueños y los guarda en unos frascos de cristal para después utilizarlos convenientemente.
A medida que su amistad crece, la presencia de la chica atrae la atención no deseada de Sanguinario, Tragacarnes y otros gigantes malos de los que tratará de librarse para no ser comida.
Finalmente viajan a Londres Sophie y el gigante amigo para convencer a la Reina Victoria que ayude a deshacerse de todos los gigantes malos de una vez por todas.
Hasta el film más endeble de Spielberg siempre es más interesante que muchas otras con más ínfulas que tenemos a diario en nuestras carteleras.
Es la adaptación del libro de Roal Dahl, del escritor de 'Matilda', 'Charlie y la fábrica de chocolate', entre otras, autor que suele tener un punto oscuro y algo macabro en sus obras, con la historia de esta niña insomne y falta de cariño, raptada de un orfanato londinense por un gigante para evitar que le delate y se la lleva a un país donde viven otros individuos más gigantescos que quieren comérsela, pero entre ambos nace una gran amistad, ya que los dos son distintos, ella una huérfana que no se parece a sus compañeras y él el gigante más pequeño de los de sus clase que es centro de mofa de los demás, que para mayor diferencia no gusta de comer niños como sus compañeros, solo se alimenta de verduras y "pepinachos".
Es un cuento visualmente deslumbrante, que Spielberg rueda de la forma más clásica, sin importarle las modas ni presiones de ninguna clase, con una primera parte estupenda, con banda una sonora de John Williams notable, con muchos efectos especiales, pero bien integrados, y con unas escenas de acción estupendas.
La cinta, que se ve sin mucha emoción, tiene todos los elementos del cuento, con una admirable animación, pero se hace algo lenta aunque se anima con la aparición de la Reina de Inglaterra y las escenas en palacio que es lo más divertido.
Merece destacarse la labor de la pequeña actriz Ruby Barnhill que se muestra muy desenvuelta y de Mark Rylance como el gigante bonachón que hace gracia su forma de hablar.
La película habla de lo que es habitual en Spielberg, de la amistad que es en el fondo el tema, entre la niña y el gigante de 7 metros que no es el mayor de su lugar.
No es la mejor de él, es desmesurada con dos horas y más para ser infantil, que se alarga en exceso en la parte central en donde cojea el ritmo, pero aún así tiene momentos mágicos y otros muy atractivos.
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