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CRITICA
Por: JOSÉ MONTESINOS
La colaboración entre Argentina y España ha dado muy buenos largometrajes a lo largo de la historia y es por ello que con bastante frecuencia se alían ambas cinematografías.
La última cinta en llegarnos es “Al final del túnel”, un thriller policiaco de atracos que desarrolla totalmente en interiores y ambientes hasta claustrofóbicos.
Joaquín es un hombre que lleva muchos años postrado en una silla de ruedas, ante las dificultades económicas decide alquilar una habitación de su caserón. La nueva inquilina es una joven chica acompañada de su hija pequeña.
Joaquín suele trabajar en el sótano cuando una noche oye voces, tratándose de un grupo de malhechores que pretenden robar el banco contiguo mediante la excavación de un túnel y Joaquín ve la posibilidad perfecta para a su vez robarles y salir de los apuros económicos que padece.
Esta es la trama que ha elegido el guionista y director Rodrigo Grande que hace con este su cuarto largometraje tras ‘Historias breves 2’ (1997) que no llegó a estrenarse aquí, ‘Presos del olvido’ (2001) y ‘Cuestión de principios’ (2009).
En esta ocasión cambia radicalmente de género para mostrarnos a lo largo de dos horas la historia de Joaquín y la chica junto a su hija en una primera mitad en la que se nos presenta a estos protagonistas y donde la verdad escasea un poco el ritmo de la narración, para pasar a una segunda mitad donde la tensión y el suspense son la principal arma del guionista, ya que entra en acción todo el planteamiento del atraco al banco.
Ni que decir tiene que esta segunda mitad es mucho más amena y entretenida, no faltándole el ritmo, consiguiendo una atmosfera claustrofóbica y en la que el guionista aprovecha para ir ofreciéndonos todo un recital de giros insospechados que hacen que el espectador vaya sorprendiéndose.
Por tanto en cuestiones de guion hay de apuntar que Grande nos muestra una historia interesante aunque algo coja al principio y en el terreno directivo este sabe manejarse a la perfección en los reducidos decorados, mostrando un film entretenido, que utiliza un sinfín de convencionalismos del género pero los cuales podemos pasarlos en pos de lo que vemos en la pantalla.
Leonardo Sbaraglia soporta todo el peso dramático de la cinta viéndose correspondido por Clara Lago, en esta ocasión con acento argentino, y el resto de un reparto conjuntado donde destacamos la breve interpretación del veterano Federico Luppi.
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