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CRITICA
Por: PACO CASADO
Portugal presentó en la sección oficial del Festival de cine europeo de Sevilla 2014 'Caballo Dinero', de Pedro Costa.
Esta película, según se informa en el programa del festival, "cierra una trilogía formada por los títulos anteriores 'Ossos' (1997), 'No Quarto da Vanda' (2000) y 'Juventude em Marcha' (2006), con la que Costa, uno de los directores más reconocidos del cine portugués a nivel internacional, continua su camino de la mano de Ventura, protagonista de esta última.
Hundiéndose en un halo de misterio, Cavalo Dinheiro tiende un puente entre la Revolución de los Claveles de 1974 y la actualidad, acompañando, por otro lado, a Ventura, un hombre que abandonó hace décadas su Cabo Verde natal para trata de ganarse la vida en Lisboa, con una mente deteriorada tras una existencia de duro trabajo y pobreza, mientras deambula por los pasillos de un hospital poseído por un sueño febril.
Y, entre tanto, la revolución ruge en las calles, la gente busca a Ventura, perdido en el bosque."
Hemos preferido transcribir lo que pone el catálogo del certamen sevillano porque confesamos no ser capaces de poner en pie las imágenes de este film, del que salíamos diciendo que compadecíamos al montador Joao Díaz a la hora de ordenar, si es que tiene una posible sucesión de imágenes o continuidad, esta producción portuguesa.
Confesamos igualmente que las producciones portuguesas que cada año hemos visto en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva nos hacía pensar que el cine que se hace en la nación vecina suele ser largo en metraje y denso en sus contenidos, pero en este caso acudimos con la mejor disposición a ver esta cinta en la que nada es coherente en esa figura errante por el barrio de Lisboa de Fontainhas, marcado por la indigencia de sus habitantes, de Ventura cuya enfermedad le hace temblar sus manos, con la cabeza perdida y de cuantos personajes le rodean, que va de la Revolución de los Claveles a las reivindicaciones sociales de pedir un sueldo o la pensión de viudedad por parte de Vitalina por la muerte de su marido, vagando por hospitales semivacíos, un subterráneo sórdido, un ascensor averiado, una fábrica abandonada, del barrio lisboeta, en una dimensión onírica, surreal, en la que el tiempo no corre, siempre es presente, en un viaje sin regreso.
Realizada con un estilo surrealista, con excesiva simbología, con ritmo lento y tiempos muertos, resulta nada fácil para el espectador.
Al término de la proyección nos preguntamos si toda esta pretendida alegoría sobre el pasado del pueblo portugués será captado por el público medio.
Tenemos que decir que el abandono de algunos críticos de la sala, como también ha sucedido con espectadores en otros festivales a los que ha concurrido, nos hace pensar que por supuesto el aspecto comercial, en cuanto a poderla exhibir en un cine, es totalmente nulo, o se corre el riesgo de incendiar el local.
No sabemos qué criterio tendría el jurado del festival de Locarno y otros certámenes o qué tipo de sustancia habrían tomado para premiar semejante bodrio.
Cuatro premios en el Festival de Locarno: Premio Quijote, mejor director, Premio de los críticos suizos al mejor film y director. Cinco premio Fénix. Premio mejor film en Munich .
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