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CRITICA
Por: PACO CASADO
Últimamente nos están llegando algunas muestras de lo que produce en la actualidad el cine brasileño y 'Madre sólo hay una' es una de ellas.
La película recuerda el robo de niños hace veinte años en Brasil. Esta es la historia de Pierre, un joven de 17 años que está definiendo su personalidad, que se entera que fue robado del hospital recién nacido y que su madre no es quien creía que era, que termina siendo ingresada por ello en prisión.
Cuando conoce a su familia biológica, tras años de separación, lidia con las consecuencias que se le presentan en su nueva vida más acomodada, con su verdadera familia, sus padres Mateus y Gloria, su auténtico hermano Joca y hasta un nombre distinto, ahora le llaman Felipe.
El joven sufre dos crisis, la de la separación de la que creía era su madre y la de la adaptación a la nueva familia, además de tener que decidir su identidad y género.
El actor Naomi Nero experimentó en la vida real lo mismo que le sucede en la trama de ficción, por lo que no tuvo más que interpretarse a sí mismo sacando las experiencias que vivió en aquella dramática ocasión.
Gloria, su verdadera madre, tiene la alegría de recuperar al hijo perdido, pero lo que encuentra es un joven adolescente problemático, que lo quiere porque lo parió, pero posiblemente no es el hijo que esperaba, enfrentado con el padre por su tendencia sexual.
En realidad el film plantea la diatriva de quién tiene más derecho, si aquella que lo cría o la que lo ha parido; legalmente esta última, pero sentimentalmente siempre gana la primera como ocurre en este caso, al margen del delito cometido.
Es el quinto largometraje de la brasileña Anna Muylaert que continúa con el mismo tema que ya había tratado en su título anterior 'Una segunda madre' (2015), mucho mejor que éste, en el que hace una crónica social sobre la identidad sexual y el robo de niños sin atender mucho al posible drama familiar que ello origina.
El guion escrito por ella misma es irregular, con personajes que desaparecen, caso de la primera madre y de la hermana de Pierre, y en lo referente a la realización no engancha en ningún momento, le falta dramatismo, cohesión y terminar la historia.
La mujer, la sociedad y las relaciones de las madres con los hijos es de nuevo el argumento de esta cinta aunque esta vez hay diferencias. Logró en Valladolid el premio a la mejor dirección y para el actor Noami Nero, que creemos no merecidos, que interpreta a este adolescente que siempre tuvo como su madre a Aracy, la mujer con la que vivía y lo crió, que se lleva una gran decepción cuando se entera que no lo es, ya que su verdadera madre está viva y le está buscando desde que nació.
Una pelícuña basada en un hecho real sobre los niños robados que ocurrió en Brasil que tuvo gran repercusión mediática.
La directora ficciona este suceso de que se puedan robar niños en los hospitales brasileños junto con el dilema de este chico que es bisexual, que tiene problemas y lo lleva al terreno que mejor maneja, el de las emociones y las relaciones entre madres e hijos, con una carencia de ritmo y un resultado irregular.
La actriz Daniela Nefussi se desdobla haciendo de las dos madres. La primera es la de la infancia que representa el amor, mientras que la segunda es la de la adolescencia que lo acepta como tal pero las cosas se complican ya que de entrada no existe el amor y el cariño que le daba la otra.
Siguiendo la tendencia actual está rodada totalmente con cámara a mano pero en esta ocasión ni se aprecia, por el buen equilibrio de la misma en todo momento y con continuidad en los planos.
Premio Teddy en el Festival de Berlín.
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