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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una vez más el cine americano hace una defensa de la familia, aunque sea mediante unos extraños monstruos que son como una mezcla entre tiburón y pulpo, unos seres inteligentes, capaces de tramar amistad con el protagonista de esta historia.
En busca de cualquier fórmula para alejarse de la vida del pueblo en el que vive, Tripp, un estudiante del último curso del instituto, hijo de padres separados, construye un coche con ruedas gigantes, usados para competiciones deportivas que son muy populares en EE.UU., con piezas de vehículos del desguace donde trabaja, desatendiendo sus estudios, a los que quiere que vuelva su compañera, amiga o medio novia Meredith que le acompaña en esta increíble aventura.
Tras un accidente en una empresa de perforación de petróleo en una refinería en las inmediaciones del pueblo, queda liberada a una criatura extraña y subterránea con un gusto y talento para la velocidad, que se esconde bajo su coche.
Tripp puede haber dado con la clave para salir del lugar y a un amigo inesperado poco probable.
El extraño coche, que tiene la capacidad de trepar muros y saltar por los aires, da nombre a esta película dirigida a los más pequeños de la casa que combina imagen real con efectos visuales generados por ordenador.
Se trata de la segunda apuesta del departamento de animación de los estudios Paramount, tras el éxito de taquilla de 'Bob Esponja: un héroe fuera del agua' (2015), que combina unos vanguardistas efectos visuales con las más avanzadas imágenes digitales en una historia cargada de acción para toda la familia.
Dirigida por Chris Wedge director habitual de productos de animación como I'ce Age: La Edad de hielo' (2002) y 'Robots' (2005), que hace su primer film con imagen real y cuarto de su filmografía, que nos presenta un cuento moderno que transcurre en un pequeño e idílico pueblo donde ocurren cosas asombrosas.
Mucho nos tememos que el elevado presupuesto de 125 millones de dólares de que dispuso, difícilmente va a ser cubierto.
El esquema elegido por este guion se asemeja a los que en décadas pasadas nos ofrecía la productora Disney en imágenes reales como las aventuras que llevaba a cabo aquel simpático cochecito inteligente llamado 'Herbie, un volante loco' (1974) que se metía en todos los fregados habidos y por haber, aunque en este caso la base es bastante increíble y absurda, con un cierto mensaje ecológico en esa corporación industrial que trata de aniquilar al animal en contra de los protagonistas que intentan salvarle la vida, en una especie de tebeo que ya ni los niños se creen, a pesar de estar pensada para ellos.
Hay otros mensajes que los más pequeños no son capaces de captar como el daño al medio ambiente, la ambición desmedida de los ejecutivos que no desean que disminuya la producción, que se saltan a los representantes de la ley con un desmedido afán capitalista o los problemas personales de Tripp con una familia desconstruida, con un padre distante con el que hace mucho tiempo que no se relaciona.
La actuación de los protagonistas no pasa de discreta incluida la breve incursión que hace Danny Glover en el reparto, entre otros actores que conocimos de jóvenes y que ya se van haciendo adultos.
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