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CRITICA
Por: PACO CASADO
No todos los días se puede ver en nuestras carteleras comerciales una película nepalí por lo que la presencia de ésta nos resulta una rareza que nos trae una muestra de esa inédita y exótica cinematografía.
Un alto el fuego temporal trae una tranquilidad necesaria a un pueblo al norte de Nepal devastado por una guerra, que duró desde el 13 de febrero de 1996 hasta el 21 de noviembre de 2006.
Allí, en un pequeño pueblo, viven Prakash, huérfano de madre, con su hermana, y Kiran, dos amigos inseparables a pesar de estar divididos por casta y credo social diferentes, uno de buena familia y el otro un paria.
Juntos comienza a criar una gallina con el objeto de vender sus huevos, pero ésta un día desaparece y ambos se embarcan en un viaje para encontrarla sin pensar, ni darse cuenta, de los peligros que puede suponer la frágil tregua que atraviesa la guerra civil que afectó a tantas vidas inocentes.
Es un film tierno y amargo a la vez, con una anécdota argumental mínima, un tanto naif, de enfoque naturalista, casi documental, que narra la fuerte amistad existente entre los dos amigos, en una sociedad con grandes desigualdades, con un notable atraso, con un gran número de analfabetos y en un paisaje de impresionante belleza.
Opera prima de su director, Min Bahadur Bham, realizada con un estilo costumbrista, con una historia sobre la vida cotidiana de esa pequeña aldea nepalí en medio de un conflicto que duró diez años, de una facción maoísta contra el gobierno de la monarquía.
El guion parte de los recuerdos de la infancia y de algunos hechos autobiográficos del propio director, en torno a una gallina y dos niños y vamos viendo las coacciones de los maoístas para llevarse a personas mayores e incluso a niños de los pueblos para formar parte del ejército de la guerrilla rebelde maoísta, y por otro lado las presiones del ejército.
Situada entre la fábula antibelicista y el costumbrismo, en un país donde se asesinaba a la población impunemente, sin recibir castigo por ello, se cobraban impuestos revolucionarios, se secuestraba a las personas o se extorsionaba a los empresarios, que originó la muerte de 13.246 personas, un tercio de ellas eran civiles y un doce por ciento niños.
Bien filmada, con un tono casi neorrealista, es un fuerte alegato antibelicista, con un ritmo pausado, con pinceladas de momentos sobre las costumbres de sus habitantes, que recoge algunas escenas folklóricas, con situaciones a veces bastante surrealistas y otras de gran humanidad y bella factura.
Cinta correcta de una cinematografía muy desconocida, que utiliza actores no profesionales, que no tiene una tradición fílmica, que si por algo interesa es por el debut del director y que estuvo designada para el Oscar de habla no inglesa.
Premio Fedora al mejor film en Venecia 2015.
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