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CRITICA
Por: PACO CASADO
Han sido muchas las series de televisión que se han ocupado de difundir la figura de este gran hombre que tan decisivo fue para la recuperación de Europa, tomada por los nazis, como estratega en la Segunda Guerra Mundial.
También ha habido varias películas sobre distintas etapas de su vida, pero ésta se centra únicamente en esos días previos al famoso y decisivo desembarco.
En junio de 1944, las fuerzas aliadas, con un millón de soldados apostados en la costa sur inglesa, están dispuestos para desembarcar.
48 horas antes de la operación, Winston Churchill, con sus generales y aliados americanos, han de decidir cómo afrontar lo que se convirtió en el punto clave de la Segunda Guerra Mundial.
Si la campaña del Día D fracasaba, podía ser recordado como el responsable de una masacre, y tenía miedo de repetir los errores cometidos durante la Primera Guerra Mundial en las playas de Gallípoli, en Turquía, con la matanza de cientos de miles de jóvenes soldados.
96 horas antes del desembarco de Normandía, Churchill tiene dudas respecto a la estrategia de la Operación Overlord y ruega al cielo que caiga un diluvio para que no se lleve a cabo.
Con el apoyo de su mujer y su equipo, el Primer Ministro inglés se verá obligado a enfrentarse con sus generales y aliados norteamericanos, especialmente al General Eisenhower y al mariscal Montgomery. Mantener su liderazgo nunca fue tan difícil.
Basada en el guion de la historiadora y escritora Alex Von Tunzelmann, muestra cómo este gran político y estratega militar también tuvo sus momentos de debilidad y dudas antes de un momento tan decisivo como el Día D.
Toda su idea era no fracasar, ni cometer nuevos errores y sobre todo defender la vida de sus hombres al no mandar a la muerte a un cuarto de millón de jóvenes llenos de valor y dispuestos a darlo todo por su país y la libertad.
El film no se centra sólo en esos momentos terribles para el mandatario del que penden tantas vidas humanas, sino también en la figura de Clementine, su esposa, sacrificada y entregada de por vida a él, apoyándole siempre y siendo una fiel e inquebrantable colaboradora a la hora de alentarlo cuando le pesa la depresión, al tener que tomar decisiones tan importantes, encarnada por Miranda Richardson que está a la altura del personaje.
Aquí se podría decir aquello de que detrás de cada gran hombre siempre hay una gran mujer y sería de lo más acertado.
El actor escocés Brian Cox es un elemento fundamental a la hora de encarnar al líder británico con el que tiene una gran semejanza física al tiempo que demuestra la fuerza de un hombre y la responsabilidad en la misión que llevó a cabo cuyo ímpetu tan sólo fue frenado por su rey, Jorge VI, que le hizo ver que la batalla no sólo se gana en las trincheras, sino que también se puede pelear desde un despacho o con los discursos a través de la radio; al tiempo que se muestra la figura del personaje histórico también deja ver sus debilidades como ser humano.
El guion omite el campo de batalla y el director australiano Jonathan Teplitzky se limita a las conversaciones antes de entrar en acción entre los pocos personajes que tenían que decidir en esos tres días previos, a base de reuniones y charlas, que provoca que sean algo reiterativas.
Esto unido a que sabemos cómo terminaron los acontecimientos y la académica puesta en escena, hacen que le quiten interés y emoción a esta lección de historia.
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