|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante una nueva adaptación de 'Asesinato en el Orient Express', la icónica novela de Agatha Christie publicada en 1934, en este caso debida a Kenneth Branagh que a nuestro entender no supera a la que se hizo en 1974 dirigida por Sidney Lumet, con un excelente reparto y con el Oscar para Ingrid Bergman.
En esta nueva versión Branagh lo hace correctamente, de manera clásica, pero no ofrece nada nuevo, aunque con algunas pequeñas variaciones con respecto a la anterior, como el innecesario inicio en Estambul, e igualmente tantas salidas al exterior, cuando una de las características de la intriga de la Christie es la claustrofobia de los personajes en un escenario único.
Tal vez haya querido quitarle así un poco de aire teatral.
No obstante no tienen la menor importancia porque no difiere de la esencia argumental en la forma de deducción con la que lleva a cabo Hércules Poirot el descubrimiento del crimen.
El famoso detective belga investiga un asesinato ocurrido durante un viaje en el legendario y lujoso tren transeuropeo del Orient Express, resultando que todos los pasajeros son sospechosos y cualquiera de ellos puede haber cometido el crimen.
Precisamente a Agatha Christie se le ocurrió el argumento de la exitosa novela viajando personalmente en ese mismo tren.
El personaje de Hércules Poirot nació a la ficción en el año 1920 y apareció como protagonista en treinta novelas y en unos cincuenta relatos cortos.
La escritora inglesa se basó para su creación en dos detectives literarios de la época y en algunos puntos en común con otro famoso sabueso de ficción, el Sherlock Holmes, de Conan Doyle.
Con éste último comparte la cualidad de su aguda observación y facilidad para la deducción.
Su figura es la de un hombre de poca estatura, rollizo, de cabeza de huevo y un enorme bigote que cuida con esmero y del que está siempre muy orgulloso.
Aquí la figura del mejor detective del mundo que interpreta el propio director Kenneth Branagh, aparece estilizada y distante físicamente de como es descrito en las novelas.
Sus métodos son distintos a los de la policía, generalmente desprecia las pistas que parecen más claras, las huellas digitales y se interesa fundamentalmente por los detalles insignificantes, fijándose especialmente en la naturaleza humana utilizando el aspecto psicológico para sacar conclusiones y así llegar por último a la solución final, de forma eficiente y eficaz, guiado siempre por un estricto sentido de la justicia.
A este personaje lo han interpretado anteriormente el actor Austin Trevor en tres ocasiones: 'Alibi' (1931), 'Black Coffe' (1931) y 'Lord Edgware Dies' (1934), Tony Randall en 'Detective con rubia' (1965), Albert Finney en Asesinato en el Orient Express (1974) y Peter Ustinov en 'Muerte en el Nilo' (1978) y en 'Muerte bajo el sol' (1982) y ahora Kenneth Branagh.
No obstante la más recordada es la de Sidney Lumet con seis nominaciones al Oscar que finalmente ganó Ingrid Bergman como mejor actriz secundaria.
En esta nueva versión Kenneth Branagh logra mantener la esencia de la novela pero con un aire algo más moderno, con un poco más de acción y paisajes nevados espectaculares que al igual que el tren fueron recreados en un estudio en Londres con todo lujo de detalles e igualmente la ambientación y el vestuario.
La película tiene una tensión que va aumentando hasta el final en este juego de sospechosos que invita al espectador a descubrir al asesino de entre los pintorescos personajes.
De todo el extenso reparto nos quedamos con la serenidad en su breve papel de Judi Dench y sobre todos ellos el estupendo trabajo de Michelle Pfeiffer, que incluso se atreve a interpretar la canción 'Never Forget' en los títulos de crédito finales.
Cumple su objetivo de entretener si no se compara su calidad con la anterior.
Al final deja la puerta abierta a otra aventura de Hércules Poirot en un nueva versión de 'Muerte en el Nilo'.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS