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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es la nueva entrega de la saga de películas musicales protagonizadas por el multicultural grupo femenino de música a capella The Barden Bellas que tras ser formado cuando eran universitarias han llegado ya a la madurez y descubren lo difícil que es ganarse la vida con la música, pero en esta ocasión, se reúnen de nuevo tras un paréntesis para completar sus estudios, que se anuncia como la última de esta franquicia, esperemos que así sea.
Esta tercera parte de la serie sigue de nuevo a la Bellas en esta ocasión de gira por el extranjero donde volverán a cantar y a tomar algunas decisiones, cuando menos dudosas, tratando de evolucionar, destacando de camino el compañerismo y la solidaridad femenina entre ellas.
El plan es ir por las bases militares norteamericanas fuera del país para animar a los soldados y de camino ver si pescan algún novio. Una de las que visitan es la española base naval de Rota (Cádiz).
A lo largo de la historia se incluyen, cómo no, las numerosas canciones que constituyen su banda sonora, no únicamente de las Bellas, sino también de otros grupos que compiten con ellas, como es habitual en esta serie de historias.
Y entre ellas también tiene lugar las incorrectas actuaciones cómicas de la oronda Rebel Wilson en el papel de Patricia, a la que llaman Amy la gorda, que es como siempre la encargada de dar la nota, nunca mejor dicho, de lo políticamente incorrecto y otras veces de carácter escatológico.
La serie ha ido perdiendo la frescura que tenía la primera al ir cambiando de director en cada nueva entrega, y el guion no ofrece más que esa simple anécdota de la gira que sirve de percha para colgar unos números musicales cada vez con menos garra.
Da pena ver metido en esta historia a un veterano y buen actor como es John Lithgow, digno de papeles mejores que el que se le ha asignado aquí, en el que hasta lo hacen cantar.
A pesar de que su metraje no es extenso en esta ocasión, rara avis en estos tiempos, el film se hace poco llevadero ya que es más de lo mismo de las anteriores con casi las mismas caras con alguna que otra nueva incursión y parecidas situaciones ya muy vistas.
Si en la anterior una de las actrices, Elizabeth Banks, debutaba en la dirección, esta vez se conforma con un simple papel y deja paso en la realización a otra mujer, la coreógrafa Trish Sie, que tiene cierta experiencia en el apartado musical, que tras hacer cinco cortos y dos episodios de televisión debutó en el largometraje con Step up all in (2014) y nos ofrece con este nuevo título el segundo de su aún breve filmografía con una direccion sin fuerza, como igual le ocurre a los números musicales.
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