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CRITICA
Por: PACO CASADO
Para su sexto largometraje el bilbaíno Alex de la Iglesia ha querido hacer un homenaje apasionado a un género, el western rodado en Almería, y a unos hombres, los especialistas, que tenían la capacidad de inventarse la realidad, que se jugaban la vida para que lucieran las grandes estrellas, y ahora malviven reproduciendo esas escenas para cuatro turistas japoneses que visitan las instalaciones de Tabernas.
Julián, un jefe de especialistas, lleva en su conciencia la muerte de su hijo.
Su nieto quiere saber cual fue el fin de su padre y acude a Almería para conocer a su abuelo para que se lo cuente.
Por medio hay también una venganza y una especulación inmobiliaria que quiere acabar con el Texas Hollywood de Tabernas, para construir un gran parque temático de atracciones.
Alex de la Iglesia arranca su película con una secuencia excelente, con el ritmo que tenían aquellos westerns, imitando sus títulos de crédito, para volver a la realidad presente acto seguido, lo que nos despierta de ese sueño nostálgico de estar ante un film de ese género.
El guion, que es un compendio de las obsesiones de sus autores, desarrolla bien una historia, que a veces se alarga demasiado en secuencias que podían haberse eliminado, construye los típico y tópicos personajes, un puñado de perdedores que siguen las huellas de la tradición familiar y la nobleza del fracaso.
Sancho Gracia hace aquí uno de los mejores papeles de su carrera y no desmerece el resto de los compañeros.
Espectacular la música de Roque Baños, con una estupenda versión hispana de 'La muerte tenía un precio' (1965).
Alex de la Iglesia dirige con soltura y solvencia una cinta que se ve con interés y agrado.
Goya a los efectos especiales. Premio Ondas a Sancho Gracia. Mejor film en Toulouse.
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