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CRITICA
Por: PACO CASADO
En el terreno de la animación únicamente existe una productora, que sepamos, que la realiza con personajes hechos de plastilina y esa no es otra que la factoría inglesa Aardman Animations de Peter Lord y Nick Park que tantos logros y premios han conseguido con sus estupendas producciones.
El nuevo título que nos traen ahora sitúa la historia en los albores del tiempo, en la Edad de Piedra, cuando nuestro planeta se vio arrasada por el fuego, los hombres prehistóricos de las cavernas cazaban conejos y les tenían miedo a los bisontes y mamuts lanudos que habitaban su territorio.
En ese momento se encuentra el protagonista de este cuento, un avispado joven llamado Dug, que junto con su pequeña tribu habitan pacíficamente en un rico valle que es codiciado por un poderoso enemigo, Lord Nooth, que gobierna una ciudad de la Edad del Bronce en la que practican un juego sagrado: el fútbol.
Un día Dug tiene noticia de que sus antepasados ya lo habían descubierto y jugaban, por lo que no hay por qué tener miedo de desafiar al poderoso gobernante a un partido jugándose la posesión del valle que le había arrebatado si ganan ellos a su potente equipo, el Real Bronzio, a lo que le ayuda Val, una chica muy hábil con el balón.
Está dirigida por Nick Park, ganador de cuatro premios Oscar, por tres cortos y por el largo 'Wallace y Gromit: La maldición de las verduras' (2005), al que hay que añadir 'Chicken Run: Evasión en la granja' (2000) y ahora 'Cavernícola' (2018) en los que utiliza una técnica llamada platimación en la que se emplean personajes de plastilina que adquieren vida gracias a la magia del sistema stop-motion, lo que no evita que a veces se use el croma para los fondos o el ordenador en algunos planos.
La verdad es que el guion que han construido en esta ocasión los habituales colaboradores de la casa Mark Burton y James Higginson, que se inspira en el nacimiento del fútbol, crea una historia repleta de tópicos deportivos con toques surrealistas, que no resulta tan ingenioso y con momentos cómicos como en otras anteriores producciones de la factoría, cuyo humor surge de manera puntual debido al slapstick o a lo anacrónico del relato como en la narración del partido con la repetición de la jugada y otros por el estilo como el baño de Lord Nooth.
Tercer largometraje del director británico Nick Park, esta vez en solitario, que no le da el ritmo necesario, aunque resulta ciertamente entretenido.
Por otra parte el diseño de los personajes no tienen la chispa de otras ocasiones resultando simpático Dug pero sin que llegue mucho a los espectadores y divertida es Val por la habilidad que tiene con la pelota, a la que en su pueblo no le dejan jugar por su condición femenina.
De la película se puede extraer la moraleja de ser valiente y la conveniencia de trabajar en equipo siendo solidarios ya que la unión hace la fuerza, algo que sus contrarios no tienen, como dice uno de los personajes, puesto que juntos pueden ganar.
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