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CRITICA
Por: PACO CASADO
No son muchas las directoras de cine y tampoco lo son en la cinematografía británica, pero una de las que brilla con luz propia es Sally Potter, con cerca de una decena de títulos, entre ellos algunos los hemos podido ver en nuestras pantallas comerciales como es el caso de 'Orlando' (1992), 'La lección de tango' (1997) o 'Vidas furtivas' (2000), quien ahora nos ofrece 'The Party' (2017).
Es un breve y certero drama envuelto en comedia en el que la directora inglesa retrata el desmoronamiento de la izquierda europea.
Lo hace en un formato casi teatral y en tiempo real, a través de una reunión de amigos que celebran en una casa el reciente nombramiento de Janet como ministra de Sanidad, y mientras van llegando los invitados, durante la preparación de la cena, es cuando una serie de secretos de temas vitales de la relación entre las distintas parejas empiezan a salir a flote y se desata la violencia entre los allí congregados.
Los asistentes son Janet y Bill su marido que son los anfitriones dueños de la casa, a la que llegan Jinny y Marthe que forman una pareja de lesbianas, April, que se está divorciando de su esposo Goffried, y Tom, que es un adicto a las drogas, que acude sin su esposa Marianne, que llegará más tarde.
Es una especie de obra de teatro, en blanco y negro, técnica fotográfica que no es la primera vez que emplea la directora.
En la velada pasan muchas cosas y concurren demasiadas circunstancias para que coincidan tantos personajes que tengan una gran cantidad de pecados que confesar cometidos entre ellos mismos.
Esto enriquece el argumento, hace que el espectador no se aburra e incluso se divierta, pero no parece muy creíble, para terminar dejando el final abierto.
Un esquema mil veces visto en el que se habla de la hipocresía política actual, del declive de la izquierda, de la doble moral e incluye varios giros argumentales, bajo las consecuencias de la salida de Inglaterra de la Unión europea.
De paso se tocan temas como el divorcio, el adulterio, la infidelidad matrimonial, el engaño, la enfermedad, el sistema de salud, la drogadicción, el feminismo, la traición, las parejas homosexuales, la corrupción moral y política ... mientras se despellejan unos a otros y desvelan sus secretos mejor guardados en un ambiente de corrupción moral, a lo que no se aporta las debidas soluciones.
Es básicamente una curiosidad para los amantes del cine de cámara, para lucimiento de sus actores, que podía ser perfectamente una obra escénica, con un excelente reparto compuesto por tan sólo siete actores, que cumplen perfectamente con sus respectivos papeles.
Una película ácida, correcta, para los que no deseen complicarse mucho la vida, con un mensaje un poco potente.
Potter es una cineasta comprometida con su tiempo, con la sociedad británica, y aquí denuncia una Inglaterra en peligro en relación con la política con esta comedia audaz con problemas morales, que se transforma en un drama en la que se toca desde el feminismo a la crisis mundial de la izquierda o la sanidad pública en Inglaterra, pero siempre se obvia nombrar a ningún partido político, ya que pretende que sea algo universal y el cine en este sentido puede despertar muy bien las conciencias.
La posible teatralidad la directora trata de disimularla con constantes movimientos de los personajes y de la cámara con algunas angulaciones originales.
No contiene una partitura original, sino que está ilustrada musicalmente con una serie de discos que ponen los protagonistas con temas bien elegidos y adecuados a las circunstancias.
Espiga de oro en la Seminci de Valladolid. Premio a la mejor actriz de reparto para Patricia Clarkson en los British Independent Awards. Premio Guild Film en el Festival de cine de Berlín.
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