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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay que admitir que la productora Metro Goldwyn Mayer cubrió toda una época dorada del cine de Hollywood abarcando los más diversos géneros e incluso renovando algunos de ellos como fue el caso de la comedia musical.
Pero también llenaba un capítulo importante en el cine de acción en los más diversos estilos, basados muchas veces en grandes novelas de escritores famosos, como ocurrió con 'Scaramouche' (1952), inspirada en la obra de Rafael Sabatini o ésta en la de Alejandro Dumas que cuenta cómo D'Artagnan, un joven pendenciero gascón, llega a París para unirse a los mosqueteros del rey Luis XIII.
Allí conoce a Athos, Porthos y Aramis, tres miembros de este cuerpo a los que pronto les unirá una inquebrantable amistad. Juntos lucharán para defender los intereses de su soberano contra las intrigas del ambicioso cardenal Richelieu.
Una lujosa adaptación del clásico homónimo de Dumas con todo el encanto naif de las películas de aventuras de los años 40 y 50.
Es curioso que en los géneros citados de la comedia musical y del cine de acción de capa y espada, surge con bastante frecuencia el nombre de George Sidney, un director al que se le reconocen dotes de excelente artesano más que de inspirado maestro de obras geniales.
Entre sus musicales destacan 'Escuela de sirenas' (1944) y 'Un beso para Birdie' (1963) y en las de acción la ya citada y ésta.
De las muchas versiones que existen de esta novela de Dumas quizá sea ésta la más famosa ya que es, genuinamente, la más representativa de las cintas de capa y espada, con amores románticos y atléticas piruetas en la coreografía de lucha orquestada como si fuera un musical.
En este sentido se nota la mezcla de ambos géneros acentuada por la presencia del bailarín Gene Kelly que en muchos momentos parece que hace ballet más que pelear en serio.
De todos los films no musicales que rodó este actor, este era definitivamente su favorito, que esperaba que su interpretación en el mismo convenciera a los ejecutivos de la Metro para que le dejaran interpretar una versión musical de Cyrano de Bergerac, pero no fue así.
En todo caso eso no desmerece la entusiasta composición del bailarín que abordó las escenas de esgrima casi como una extensión natural de sus habituales números de danza, muy bien secundado por una Lana Turner que nunca estuvo más bella que dando vida a la malvada Milady De Winter.
La película reunía a un extenso reparto de actores secundarios bastante conocidos respaldando a las primeras figuras.
La música subraya las imágenes con notas brillantes.
Fue nominada al Oscar la fotografía en color de Robert H. Planck .
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