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CRITICA
Por: PACO CASADO
A un anciano de 90 años, al que sus amigos le llaman Lucky, cuya vida llega a su fin no le preocupa; lleva a cabo una rutina diaria, siempre la misma, hace yoga al levantarse, pasea por el pueblo, visita los bares de sus amigos, le gusta hacer crucigramas, fumar sus cigarrillos y ver los concursos televisivos de preguntas y respuestas, hasta que un día sufre un desvanecimiento y se cae.
Su médico le confirma que tiene una salud de hierro para su edad pero no puede parar lo inevitable, se hace mayor, por lo que debería cambiar sus costumbres y le recomienda buscar a alguien que le cuide.
A partir de ahí vislumbra que está en los últimos días de su vida lo que le provoca cambios en su rutina y le llega el momento de asumir que su tiempo se acaba, la soledad en casa, aunque no se siente solo, ya que sigue siendo querido por todos los que les rodean.
Es la radiografía de este tipo solitario que es en realidad un homenaje al veterano actor Harry Dean Stanton, al tiempo que su testamento, que está muy bien, pero desmejorado físicamente, en la que sería su última interpretación, realizada un año antes de su muerte con 90 años de edad, fallecido en septiembre de 2017.
El propio actor interpreta un clásico tema de despedida a la armónica en una escena y además se oye de fondo en varias ocasiones, e incluso canta el tema Volver, volver, en español, en una fiesta, acompañado de unos mariachis.
Lucky vive en una casa aislada, cerca de la frontera con México, por lo que muchos de los vecinos hablan español, incluso él también lo hace en alguna ocasión aunque sean palabras sueltas y se despierta cada mañana oyendo rancheras.
El guion tiene el problema que es una historia mínima, en la que apenas pasan cosas, y las que suceden suelen ser muy repetidas ya que son las que constituyen la rutina diaria de Lucky con muy ligeras variantes; tiene buena voluntad pero a veces aburre, aunque a lo largo de la trama se habla de la muerte, de aventuras del pasado y de la esencia de la vida.
La historia se centra en el camino espiritual de este hombre solitario, que ha sobrevivido a sus contemporáneos, que en el tramo final de su camino se ve impulsado a un viaje de autodescubrimiento, lo que le obliga a replantearse su vida.
Está orgulloso de sí mismo y de su propio destino y por fin se deja llevar por lo que le manda el corazón.
Es una tierna fábula existencialista, una especie de reconocimiento al actor y al hombre que merece verse aunque fuera únicamente por el trabajo de su protagonista.
J ohn Carroll Lynch, con más de cincuenta películas en su filmografía, se ha pasado al otro lado de la cámara para realizar este film interpretado por el inolvidable actor de 'Alien, el octavo pasajero' (1979) o 'París Texas' (1984), Harry Dean Stanton, en uno de los escasos papeles protagonistas de su larga carrera, escrito para él, junto a personajes pintorescos que encarnan entre otros el director David Lynch, y en la barra de un bar se reencuentra con algunos de sus compañeros que marcaron su vida, la del personaje y la del actor.
El director demuestra cómo contar una historia como esta ya que en menos tiempo no se puede decir más, es un canto a la vida.
Premio AISGE a mejor actor y mejor banda sonora en el Festival de cine de Gijón.
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