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CRITICA
Por: PACO CASADO
El tema de la homosexualidad y del cambio de sexo se ha hecho recurrente en los últimos tiempos en los que hay más libertad para tratarlo abiertamente en el cine y así hemos podido ver algunas de ellas recientemente como la película chilena que ganó el Oscar a la mejor en habla no inglesa, 'Una mujer fantástica' (2017), de Sebastián Lelio, con Daniela Vega, un travesti auténtico, cosa que no ocurre en ésta que comentamos.
Fanny Ardant, musa del cine francés para directores como François Truffaut, que fue su pareja durante años y con quien tuvo una hija, Alain Resnais, Michelangelo Antonioni, Ettore Scola o Costa Gavras, se convierte en una mujer transexual, papel que defiende con una gran dignidad, en torno al reencuentro con su hijo, de origen argelino que vive en París, y que pone sobre la mesa los problemas que puede llevar la aceptación de estas personas que deciden vivir libremente la sexualidad y cambiar de sexo.
La historia arranca cuando Zinedine, al que familiarmente llaman Zino, de 27 años, pierde a Malika Chekid, su madre, que le ha criado desde hace más de dos décadas, y decide ir en busca de su padre, Farid Chekid, que les abandonó cuando éste era aún un niño para informarle de la muerte de su esposa.
Es entonces cuando descubre que Farid se ha convertido en Lola, una bailarina de danza del vientre que da clase a mujeres en su escuela en un pequeño pueblo francés, donde es muy bien aceptada en su entorno.
El film habla del destino y de la dignidad y de cómo nos enfrentamos a ello.
El director se basa en una anécdota que le contó su padre de cómo afrontar una realidad que ya es irreversible.
Fanny Ardant esta muy bien en su difícil papel de parecer una mujer travestida que antes fue un hombre.
El guion tiene algunas carencias, a pesar de que es una historia que intenta hablar de la paternidad, de un padre ausente más de veinte años, que tras la muerte de la madre, su hijo de 27 años decide buscarlo e informarle de que la que fue su mujer ha fallecido y a partir de ahí está el misterio de donde vive, quien es y qué es lo que se encuentra en su lugar.
El padre se ha hecho un cambio de sexo y se ha convertido en una mujer.
El personaje no es muy creíble y la situación a pesar del aspecto de Fanny Ardant, que es bastante alta y con un aspecto poco femenino, aunque a veces se presenta como una mujer realmente espectacular.
Tampoco lo son las relaciones del hijo, que es afinador de pianos, con esa persona, que empieza con el rechazo y termina con la aceptación, porque siempre es mejor tener un padre vivo, aunque sea así, que muerto, ya que él no fue fruto de un error sino producto del amor, puesto que su madre sabía que su padre tenía esa tendencia y la aceptaba hasta que se fue.
El director y guionista parisino de origen argelino Nadir Moknèche es el responsable de la dirección de este drama, realizador del que ya tuvimos ocasión de ver en su día su ópera prima en el largometraje, 'El harén de Madame Osmane' (2000), que ha mejorado en sus conocimientos llevando en esta ocasión la narrativa a buen ritmo, tratándose de una historia sentimental que no abusa tampoco de la duración.
Pasó por los festivales de Locarno y Chicago.
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