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CRITICA
Por: PACO CASADO
La comedia americana tiene sus características y cuando se le saca de sus cauces algo falla.
El padre de la bella Nicole Bonnet, un legendario coleccionista de arte, presta su preciada estatua de Venus de Cellini a un prestigioso museo parisino.
Por desgracia uno de los trámites impuesto por la compañía de seguros es la autentificación de la pieza, prueba que ésta no pasará, pues no fue esculpida por Cellini, sino por el abuelo de Nicole.
Esta cinta se puso en manos de un veterano realizador de bien probado prestigio que obtuvo llevando a la pantalla temas basados en obras teatrales o literarias en una de sus últimas películas con esta clásica comedia romántica con un humor sutil y una trama ligera.
William Wyler estaba un poco olvidado, pero resucitó con 'El coleccionista' (1965) film cargado de premios, que levantó polémicas en nuestro país.
Unos se mostraron a favor, otros en contra, pero la verdad es que Wyler logró una estupenda cinta, que algunos no captaron en toda su profundidad.
Con 'Cómo robar un millón y...' (1966) se puso a dirigir una comedia sin contar con la premisa del ritmo y construyó una película en la que en algunos momentos le falla el guion al darle la densidad y premiosidad que solía otorgar a sus obras dramáticas le faltó la chispa y la gracia que toda comedia debe tener, como mandan los cánones.
Se tuvo que adaptar a las modas del momento al tener que trabajar con una actor como Peter O'Toole, que no estaba habituado al género y Audrey Hepburn, excelente actriz de comedia, no estuvo a gusto en su papel, aportando su singular fotogenia, contribuyendo a hacer de este film un nombre de referencia dentro de la comedia clásica del cine de Hollywood.
La música de John Williams es muy adecuada a lo que cuenta.
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