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CRITICA
Por: PACO CASADO
Si bien es verdad que lo que se impone en estos momentos es el cine de acción, el thriller moderno, sin embargo ha surgido una serie de películas en los últimos tiempos de cómo timar a la gente que está constituyendo una especie de subgénero que resulta muy entretenido.
Roy y Frank son una pareja de timadores que lo hacen a pequeña escala pero han llegado a vivir bien a base de muchos años estafando a gente honrada, pero deseosa de ganar dinero fácil. Roy padece agorafobia (miedo los espacios abiertos), es un maniático de la limpieza y debido a ello posee algunos tics nerviosos.
Todo va bien entre ellos hasta que aparece una chica adolescente que es la hija de su mujer, que abandonó cuando estaba embarazada, hace quince años, a la que no conoce, y toda su vida se trastoca.
La terapia que le impone el psiquiatra que visita Roy es asumir la responsabilidad paterna de su hija Angélica.
Hasta este punto todo parece normal, pero queda la mitad de la cinta y tal vez la más interesante, ya que la chica admira a su flamante padre y quiere aprender el oficio, para lo que resulta estar muy bien dotada.
La trama da un giro y termina como un cuento moral, que recuerda al cine de Frank Capra, en la que la moraleja podría ser que una hija te cambia la vida y te convierte en mejor persona.
A partir de ese momento la película cambia y a Ridley Scott parece importarle más la relación paterno filial que el tema de los timos.
Y es también el momento en el que la sorprendente actriz Alison Lohman, de 24 años, nos hace creer que es una adolescente de 14 y se lleva el film de calle, frente a un buen actor como Nicolas Cage y un seguro Sam Rockwell.
Ridley Scott dirige con sobriedad y deja hacer a sus notables actores, resultando un producto muy divertido.
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