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CRITICA
Por: PACO CASADO
Spike Lee nos da la figura de este ambiguo defensor de los derechos de su raza, que le llevó a un tráfico final, asesinado en febrero de 1965.
Divide su biografía en varios capítulos que se suceden de forma ordenada.
En la primera parte muestra al delincuente de Harlem, traficante en drogas, que le llevó a pasar diez años en la cárcel junto con su amigo Shorty.
Allí se inició en la religión musulmana al conocer a Elijah Muhammad, su maestro, al que se enfrentó al saber de sus sucios manejos.
A partir de ahí trata de encontrar nuevas soluciones al eterno dilema de la integración de los negros y al separatismo nacionalista.
El film no toma partido, solo expone los hechos.
La parte mejor es la primera, ilustrada con buena música de jazz, recreación de la época y colores ocres.
En la mitad se detiene demasiado y en el fragmento final usa de los tintes más sobrios para dar solemnidad al personaje, bien interpretado por Denzel Washington.
Ganó el Oso de plata en el Festival de cine de Berlín y fue nominado al Oscar junto con el vestuario.
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