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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es la primera vez que el cine se ocupa de preguntarse por los orígenes del hombre, pero posiblemente sea la ocasión que lo hace con más rigor, siendo esta la mejor película que conocemos sobre el tema.
La historia se ambienta hace cuarenta o cincuenta mil años, cuando una tribu primitiva, en la época glacial, descubre y conserva el fuego, aunque no sabe cómo producirlo.
En esos momentos el fuego era el símbolo de la vida, sin el cual el hombre moría de frío.
La tribu que lo poseía era la que sobrevivía.
El film nos presenta esta lucha entre hombres primitivos que se comunican únicamente con gruñidos y apenas unos pocos vocablos, que luchan por la subsistencia como animales y cuya convivencia no existe si se trata de luchar por un bocado de comida y donde la reproducción es un simple acto vital animal.
Tres hombres salen en busca del fuego perdido y descubren algo más: el amor, en una secuencia final maravillosa.
Anthony Burgess, el escritor de La naranja mecánica, fue el creador del idioma empleado por estos seres primitivos.
Una gran sobriedad y rigor inunda toda la cinta en su puesta en escena y dirección de actores, con una rica banda sonora de Philippe Sarde.
Oscar al mejor maquillaje. César del cine francés a la mejor película y dirección. Ganadora de 5 premios Genie. Bafta a mejor maquillaje.
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