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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hollywood, siempre en busca de captar nuevos directores que renueven sus esquemas tradicionales, fichó en esta ocasión a Andrew Lau, el codirector con Sui Fia Mak de la película Infernal Affairs en la que se inspiró Martin Scorsese para hacer Infiltrados, pero en esta ocasión no ha respondido a lo esperado en su primera incursión en el cine americano.
El agente federal Errol Babbage lleva toda su vida persiguiendo delincuentes sexuales en libertad condicional. Por su forma de actuar, con métodos poco ortodoxos, ha originado la antipatía de sus superiores y se ve obligado a dejar su puesto. Pero antes ha de instruir a la novata Allison, la joven que le va a sustituir.
El film mezcla la acción de un caso sin resolver, la desaparición de Harriet Wells, una joven adolescente, que cree ha sido víctima de uno de sus vigilados, con la caótica situación del policía, en declive en su carrera, tratando de mantener la tensión a través de la búsqueda del delincuente sexual y resolver el misterio personal de Babbage en una trama policiaca con dilemas morales.
El guion abusa de esta intriga criminal hasta extremos inverosímiles no sólo por el simplismo de su estructura argumental sino por la frivolidad con que trata temas tan serios como los abusos sexuales, la pederastia, etc. tardando en perfilar a los personajes y tampoco los define con una veracidad lógica.
La caprichosa puesta en escena de Lau cae en los tópicos del género, tanto en la planificación como en la fotografía y el montaje de las imágenes, tratando de parecer diferente y escapar de una narrativa convencional con una fragmentación de la misma, resultando una cinta tediosa, caótica, con un Richard Gere en las antípodas de sus registros habituales.
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