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CRITICA
Por: PACO CASADO
El notable director de 'El declive del imperio americano' (1986), 'La edad de la ignorancia' (2007) y ganador del Oscar a la mejor película en lengua no inglesa por 'Las invasiones bárbaras' (2003), el cineasta canadiense Denys Arcand, regresa a las pantallas con su inigualable espíritu satírico, mordaz, perspicaz y de entretenimiento, como siempre, en el que pone al protagonista de este film en un auténtico dilema.
Es la historia de Pierre-Paul Daoust, de 36 años, un gran intelectual y doctor en Filosofía que se ve obligado a trabajar como repartidor por la necesidad de tener al menos un salario decente para poder vivir, tal vez por ello Carla, su pareja, con la que lleva cierto tiempo viviendo juntos, le ha dejado.
Un día, mientras lleva a cabo una entrega, se halla en medio de la escena de un robo a mano armada que sale mal, con un resultado de dos muertos, convirtiéndose en testigo involuntario del mismo.
Tras ello se encuentra con dos grandes bolsas de deportes a sus pies, repletas de billetes, mientras uno de los asaltantes huye herido de bala en una pierna.
A partir de ese momento se enfrenta a la diatriva de largarse con las manos vacías o coger el dinero y huir, ya que no hay más testigos presentes.
Finalmente decide quedárselas, las guarda en la furgoneta y después en casa mientras busca a un experto en economía, para que le haga de asesor y lo encuentra en un defraudador que acaba de salir de la cárcel.
Mientras tanto se enamora de Astasia, una prostituta de lujo, pero la policía busca el dinero y por otro lado la banda que cometió el atraco intenta también encontrarlo.
El hecho de irse con ellas o no, le sirve al cineasta canadiense para plantear una reflexión sobre una sociedad donde el dinero se ha convertido en un valor supremo y aunque dicen que no da la felicidad a veces sí.
Esta cinta es una mirada ingeniosa, divertida y conmovedora como únicamente el oscarizado director Dennys Arcand sabe hacerlo, sobre la supremacía del dinero en nuestras sociedades con afán de lucro, mientras el resto de los valores se van perdiendo.
Es una comedia con intriga, pero sobre todo es una crítica feroz al capitalismo y sus consecuencias, que toca temas como la evasión de capitales, los paraísos fiscales, el blanqueo de grande cantidades de dinero y enseña algunos de los métodos que suelen utilizar los más ricos para mover sus finanzas pagando los mínimos impuestos o a ser posible ni eso, ya que si se trata de una suma importante siempre hay algún truco para evadirlos.
El protagonista, bien descrito desde la primera imagen, resulta ser una persona muy inteligente, pero bastante ingenua, un chico de buen corazón, que colabora con asociaciones de caridad, atendiendo a los indigentes, ayudando a los sintecho y socorriendo los necesitados.
Una sátira económica mezclada con una trama policiaca muy interesante, ya que a los protagonistas los vigilan, acosan e interroga la policía a la más mínima oportunidad para ello.
Está bien contada, con un guion con gran sentido de lo narrativo, con giros que sorprenden al espectador y un final que no le deja satisfecho, al tiempo que muestra las consecuencias de los tejemanejes de los políticos y denuncia la corrupción de la policía que cuando puede se queda con el dinero robado.
El director vuelve a tocar el tema de siempre, el materialismo salvaje al que estamos abocados y que el dinero lo puede todo y lo corrompe, al tiempo que habla de las grandes sociedades y de como generan y mueven los capitales y controlan el poder, ya que son las compañías financieras las que manejan a los gobiernos. Es muy distraída y hace pensar.
Muy encajado en su papel Alexandre Landry, la guapa debutante Maripier Morin, todo un descubrimiento y su habitual Rémy Girard.
Uno de los puntos divertidos es que como doctor en Filosofía siempre tiene a mano una cita de los grandes maestros de esa disciplina.
Premio Fipresci a mejor película en la Seminci de Valladolid.
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