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CRITICA
Por: PACO CASADO
La cinematografía francesa tiene una gran tradición del género policiaco y así ha dado tanto buenos directores como títulos importantes que pasaron sin duda a la historia del llamado polar francés, que están en la mente de los buenos aficionados.
En esta ocasión se ha aliado con el cine belga para producir esta historia.
En un suburbio francés, Driss y Manuel forjan una tierna amistad que se trunca con el paso del tiempo, una vez convertido en policía uno y en traficante el otro, respectivamente.
Una operación determinante les hará convivir otra vez cuya acción transcurre en los alrededores de París y se trata de Manuel Marco, un delincuente implicado en una banda de tráfico de drogas, que se ve obligado a huir tras que dos de sus compañeros hayan sido asesinados.
Como suele ocurrir en estos casos caen sobre él las sospechas de que fuera quien los había denunciado, pero realmente no ha tenido nada que ver, solo ha sido un poco de suerte de poder escapar a tiempo, cuando fueron tiroteados por dos delincuentes que se acercaron al vehículo en una moto.
Se ofrece a ayudarle Driss, un policía que es amigo suyo desde la infancia, para detener a los principales narcotraficantes, unos árabes que transportan la droga desde Marruecos.
Es un retrato bastante realista del mundo del crimen, con persecuciones rodadas con cámara en mano para que resulten más auténticas y describe bien a esos personajes que habitan en la periferia compuesta por marroquíes y argelinos principalmente.
Así ocurre sobre todo debido a la emigración de los árabes, que no tienen oportunidades de encontrar un trabajo, cuya única salida para poder sobrevivir es dedicarse a la delincuencia.
Driss, el policía es una vergüenza para sus padres ya que no desean saber nada de él porque piensan que les ha traicionado y así se lo manifiestan cuando un día se pasa a verlos por su casa. El film funciona muy bien debido a sus dos principales protagonistas, Matthias Schoenaerts y Reda Kateb, que actualmente están entre los mejores del cine francés, y aunque trate de un tema muchas veces llevado a la pantalla.
Es el caso de los dos amigos que se encuentran a ambos lados de la ley, sin embargo resulta entretenida y además contiene una interesante crítica social.
A pesar del interés de la trama el guion es un poco confuso a la hora de seguir a los distintos bandos y familias de delincuentes que se encuentran implicados en el tráfico de droga y como suele ser frecuente hay un patriarca, Raji, ya anciano que trata de poner paz entre los clanes rivales, del que hace una serena interpretación el veterano actor Ahmed Benaissa.
Las mujeres quedan en este caso en un segundo plano como las esposas dolientes cuando el marido cae o hay un divorcio por medio, caso de Manuel, que de vez en cuando va a ver a su hijo.
Gran premio en el Festival de cine policiaco de Cognac.
Este es el cuarto largometraje del director David Oelhoeffen, tras realizar cuatro cortos y debuta en el largometraje con En mon absence (2001), al que siguió Nos retrouvailles (2007) y Lejos de los hombres (2014), que hace una realización con mucho nervio en las escenas de acción, saliendo correctamente del paso.
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