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CRITICA
Por: PACO CASADO
El Universo de Marvel no para y tras los últimos éxitos encaramados a lo más alto de la taquilla, nos llega esta nueva aventura de Spiderman sobre el que se han hecho ya siete entregas, que enlaza directamente con los eventos ocurridos al final de Vengadores Endgame (2019), en la que nuestro héroe debe dar un paso al frente y hacerse cargo y enfrentarse a las terribles amenazas que se producen en un mundo que ha cambiado para siempre.
Pero Peter Parker, que a sus 16 años, tiene previsto hacer un viaje de fin de curso por Europa con sus compañeros de clase, quiere que le dejen tranquilo, disfrutar de esas pequeñas vacaciones, nada de líos y de salvar el mundo, desea ser un adolescente normal y de paso piensa declararse a MJ (Mary Jane), la chica de la que está enamorado, nada menos que en la Torre Eiffel, y de camino llorar con Happy Hogan la pérdida de su mejor amigo, Tony Stark, que lo ha nombrado su heredero, aunque Nick Furia, fundador de los Vengadores, no cree que pueda sustituirlo porque no lo ve capacitado, pero Peter debe aceptar esa responsabilidad.
Durante el viaje comienzan a aparecer unas extrañas criaturas Elementales, con Agua y Fuego, llegadas desde un universo paralelo, casualmente en todas las ciudades que visitan, destruyéndolas con gran virulencia.
A pesar de su resistencia se enfrenta a ellas con la asistencia de un enigmático superhéroe, Quentin Beck, apodado Mysterio, que viene de un mundo que existe en una dimensión paralela a la de la Tierra y de paso tiene también que proteger a sus amigos, entre los que surge algún que otro romance sorpresa.
Los seguidores de la serie si han visto Vengadores Endgame (2019), comprenderán mejor el principio de ésta, ya que al final de aquella los vengadores se despiden de los que ya no están, con la canción de Whitney Houston de El guardaespaldas (1992) de fondo.
En esta ocasión con motivo de esas pequeñas vacaciones de Peter por Europa están constantemente cambiando de localizaciones desde Venecia, a Praga, pasando por Berlín, Holanda y Londres.
Resulta más interesante el argumento a partir de un giro inesperado que se produce a lo largo del metraje.
Lo mejor es la reflexión que plantea en estos tiempos de realidades virtuales e inteligencias artificiales sobre donde está la realidad y qué es mentira.
Es entretenida, pero resulta muy larga para una aventura tan simple, y es un poco repetitiva en el uso de los efectos especiales, en las batallas que se establecen con los Elementales, con un montaje en exceso crispado, en las destrucciones de las ciudades, que son muy espectaculares, llevadas a cabo con un gran realismo que parecen de verdad y con sorpresa en mitad de los créditos finales y al término de los mismos.
El film se beneficia de la veteranía de los actores adultos como Jake Gyllenhaal, Jon Favreau, Marisa Tomei o Samuel L. Jackson, junto al atractivo juvenil y simpatía de Tom Holland, que encarna al héroe por segunda vez, y Zendaya, entre otros.
La responsabilidad direccional recae en este caso en Jon Watts, con poca experiencia tras debutar en un largometraje con The Clown (2014) al que siguió Coche policial (2015), Spiderman Homecoming (2017) y ahora esta nueva entrega del chico superhéroe.
Nos da la impresión de que esta nueva entrega resulta una película menor frente a las dirigidas por Sam Raimi que son las mejores y más taquilleras.
Por último, tras su muerte, se echa de menos la habitual aparición de Stan Lee como era frecuente en casi todas las producciones de superhéroes.
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