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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser presentada en la sección Una cierta mirada del pasado Festival de Cannes, de donde se vino de vacío, a pesar de las excelencias que algunos pregonaban, llega a las carteleras españolas de forma restringida en tan sólo veinte pantallas, 'El largo viaje hacia la noche' (2018), título que nada tiene que ver con la obra de Eugene O'Neill.
Cuenta una compleja historia de amor que mezcla realidad, sueño, pasado y presente, con una trama sumamente complicada de aclarar.
Lou Hongwu es un hombre atormentado y solitario que regresa a Kaili, su ciudad natal (también la del director), debido a la muerte de su padre a quien apodan Gato Salvaje, de la que había salido doce años antes, por motivos que no se aclaran, pero al parecer fue un ajuste de cuentas, para de paso encontrar a Wan Qiwen, la enigmática y hermosa mujer que no ha sido capaz de olvidar y borrar de su mente, que desapareció inexplicablemente de su vida hace algún tiempo y que no sabemos si fue real, algo soñado, o simplemente una ficción.
En su búsqueda iniciará un viaje a través de sus recuerdos donde pasado y presente se encuentran y se confunden entre la realidad y los sueños.
El argumento de esta historia se inicia cuando los recuerdos le vuelven a Luo a su mente de forma caprichosa, que el espectador debe reordenar, y comienza a buscarla, pero el pasado y el presente, los sueños y la realidad se confunden y se mezclan, algo que a veces hace que se desvíe la atención del público, un tanto perdido sin saber en el momento en que se encuentra.
Es un tipo de cine negro surrealista el que hace el joven director chino, de apenas 30 años, Bi Gan, en esta extraña película, tratando de ser innovador, a base del tratamiento del color con amarillos, verdes y rojos, fuertemente contrastados, con largos planos fijos, interminables travellings, y un prolongado plano secuencia elaborado digitalmente de 59 minutos, (que no es más que un alarde técnico) que comienza cuando el protagonista entra en un cine y se pone unas gafas tridimensionales y aparece el título del film 'El largo viaje hacia la noche', y se queda dormido.
Esto nos hace pensar que sueña ser protagonista de la cinta en cuestión que se proyecta, como una posible interpretación más que se puede hacer de la trama de esta historia con una trayectoria laberíntica, en todo momento compleja de entender al ir volviéndose cada vez más surreal, con sus complejidades, con escenas que nada tienen que ver con lo que se pretende contar, que son de puro relleno, que lo único que hace es alargar el metraje innecesariamente.
No hay una noción del tiempo, confundiendo o mezclando sueño con realidad y pasado en una película onírica que apenas tiene contenido, sin que contribuyan a la historia, lo que no le favorece al resultado que de esa manera se obtiene.
Es la única suya que conocemos de Bi Gan en España, tras haber hecho dos cortos y debutar en el largometraje con Kaili Blues (2015), que le consagró en el Festival de Locarno, en el que al parecer también hacía algunos experimentos con un plano secuencia de 45 minutos, como ocurre en ésta, además de con los formatos de pantalla y proyección, que no es la primera que se hace, con lo que poco menos que quiere revolucionar el cine.
El director desconstruye las bases del cine negro con esta trama, audaz e implacable en su factura técnica, en la que desafía el espacio, el tiempo y la gravedad.
Posiblemente esa forma de narrar de su cine hiciera que el estreno de esta película resultara bastante polémico.
Golden Horse a la fotografía, música y efectos de sonido en el Festival Golden Horse. Premio especial de la Sociedad Cinéfila Internacional. Premio del jurado de estudiantes en Tokyo FilMex.
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