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CRITICA
Por: PACO CASADO
En el cine, como en la literatura, los temas se repiten, aunque tratados de forma diferente por los diversos autores.
Uno eterno en ambos medios es el de Pigmalión, de George Bernard Shaw, que ya en varias ocasiones ha sido trasladado a la pantalla como ahora lo hace, una vez más, aunque de manera no confesada, Jon Avnet, el director de Tomates verdes fritos (1991).
A pesar de que esta película está extraída de la novela de Alanna Nash, La chica de oro, lo que hace es tratar la relación de un maestro con su alumna.
Aquí es Tally Atwater, una joven periodista, que está decidida a construir su carrera en la pequeña pantalla, tras introducirse en una cadena de televisión y comenzar presentando el tiempo, llegará a ser la figura de uno de los telediarios de más audiencia.
Esto lo logra con la ayuda de su jefe y maestro, Warren Justice, un duro periodista ya veterano, intransigente en sus principios, curtido en mil batallas de audiencias televisivas, que sabe lo que es pelear y cómo dar una noticia estando siempre al quite para que no se la pise nadie.
Se fija en ella y descubre que hay madera para poder tallar una buena profesional, de la que termina enamorándose.
Es ambiciosa, honesta profesional, íntegra como mujer, quiere escapar de la pobreza, salir de la mediocridad y con capacidad para aprender rápidamente.
Esta es la historia de Jessica Savitch, la periodista que en la década de los años 70 se convirtió en la primera presentadora que se recoge en el libro Golden Girl, escrito por Alanna Nash.
Una de las virtudes del guion es la buena descripción de los dos protagonistas principales, lo que no quiere decir que desdeñe a los demás personajes secundarios.
Entre sus posibles defectos puede estar el ceñirse en exceso a la cuestión profesional del medio que trata, los problemas internos de las cadenas de televisión que no interesan tanto al público medio e incluso tal vez le aburran, cuando lo que desean realmente es el relato de amor, las relaciones íntimas y personales de la pareja protagonista a que se hace alusión en el título.
Jon Avnet, como ya sucediera en Tomates verdes fritos (1991), es un director que sabe meterse en el interior de los personajes, describirlos de forma singular e interesante, dibujar las relaciones sentimentales entre ellos, y cómo captar el ambiente en que se desenvuelven.
Todo esto lo hace con buenas maneras en esta película que cuenta con un interesante trabajo de Robert Redford y Michelle Pfeiffer, bien arropados por los demás elementos técnicos del film, lo que hacen de ello un espectáculo bastante agradable.
Fue nominada al Globo de oro y al Oscar a la mejor canción original de Diane Warren Because you love me, que ganó posteriormente el Grammy y el premio ASCAP.
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