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CRITICA
Por: PACO CASADO
El tema de la enfermedad siempre ha sido un motivo dramático a la hora de confeccionar un argumento de esta clase y si no hace mucho era el cáncer, ahora al parecer la que está de moda de unos años a esta parte es el alzheimer.
Por recordar algunas cintas que están en nuestra memoria y otras más cercanas citaremos En el estanque dorado (1981), El hijo de la novia (2001), Iris (2001), El diario de Noa (2004), Nader y Simín. Una separación (211), Arrugas ( 2011), Remember (2015) entre otras.
Ahora nos llega Vivir dos veces (2019), otra aportación al tema que hace la directora española María Ripoll, a través del sólido guion de María Mínguez, primero que escribe para un largometraje.
Como se puede ver en el muestrario que hemos elegido las hay de argumento con personajes reales, documentales como es el caso de Bicicleta, cuchara, manzana (2010), que se nos olvidaba, e incluso de animación.
En la que comentamos hay una historia central como es el caso de Emilio, un eminente profesor de matemáticas jubilado, que vive solo en su piso ya que su esposa murió hace cinco años, al que le descubren un primer estadio de pérdida de la memoria.
No obstante se empeña en no aceptar la invitación de su hija Julia de vivir con ella, su marido y su nieta Blanca, a pesar de que padece de alzheimer.
U n día cuando conoce la noticia de que sus primeros recuerdos serán los últimos en desaparecer de su mente, en su relación con Blanca le confiesa que quiere buscar a Margarita, el primer amor de su vida, que era profesora en la universidad de Navarra, como él, y allí emprenden el camino, hasta que se entera su hija Julia y une a la aventura.
Los contratiempos que encuentran por el camino, que hace que cambien sus planes, constituyen el meollo de esta historia, divertida y dramática a la vez, que hará que la vida de nuestros entrañables protagonistas se transforme para siempre.
El guion no sólo toca el tema central de la enfermedad sino también la discapacidad de Blanca, la infidelidad del esposo de Julia o lo que es lo mismo, el de la familia desestructurada y la relaciones que se establecen entre estos tres personajes de generaciones tan distintas en esta road movie.
No obstante a pesar de abarcar varios temas lo hace con sensibilidad y seriedad aunque le dé un tono de comedia debido a las relaciones que se establecen entre los personajes, aunque no desecha en ningún momento el aspecto del drama, sin caer en melodramatismos fáciles o baratos.
La directora barcelonesa María Ripoll no suele prodigarse mucho tras debutar con Lluvia en los zapatos (1998) ya que el que comentamos es su octavo largometraje, en el que hay que destacar un aspecto que cada vez se viene dando más en el cine español y es la mayor presencia de las mujeres en la ficha técnica como ocurre en este caso que abarcan la dirección, el guion, la fotografía y la interpretación, entre otros apartados.
El trío de actores principales que llevan el control de la historia están muy bien, en primer lugar el argentino Oscar Martínez, sobre el que recae el mayor peso, sin desdeñar la desenvoltura de la pequeña Mafalda Carbonell (hija de Pablo Carbonell) y por supuesto Inma Cuesta que aguanta el reto de ambos.
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