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CRITICA
Por: PACO CASADO
En esta 16 edición del Festival de Cine europeo de Sevilla 2019 se ha proyectado 'Liberté' (2019), dentro de la Sección oficial a concurso, del director Albert Serra, lo que supone su estreno en España, que nos llega después de haber participado en la sección Una cierta mirada del Festival de cine de Cannes, con la que continua el cineasta catalán con su muy particular y radical visión de la aristocracia en la Historia, un periodo que le fascina, tras haber realizado La muerte de Luis XIV (2016).
La película convierte al espectador en un auténtico voyeur de una noche en un bosque centroeuropeo en pleno siglo XVIII, en unos momentos de una asfixiante corrección política, con las orgías sexuales que se producen en ese lugar en la que acuden varios nobles libertinos que fueron expulsados de la puritana corte gala, que buscaban el apoyo del legendario Duque de Walchen, un seductor y librepensador alemán, en cuyo país reinaba la hipocresía con respecto a la falsa virtud, cuya manera de pensar consistía en el rechazo de la moral y la autoridad y de camino poder encontrar un lugar seguro para continuar con sus habituales juegos sexuales, con ciertas influencias del Marqués de Sade, y las novelas eróticas de la época, como en este caso que comentamos en que los practicaban con sus criados y unas nobles que también acuden al lugar en busca de sexo con ellos.
No hay recato en esta producción por parte del director nacido en Bañolas (Gerona), cuya historia se ambienta en un bosque entre Potsdam y Berlín, en 1774, unos años antes de la Revolución Francesa, que dividió a la crítica durante su proyección en el certamen francés de Cannes, en donde mientras unos aplaudían otros abandonaron la sala horrorizados por lo que estaban viendo en la pantalla que, incomprensiblemente, finalmente fue premiada.
El film continua por el mismo camino que circulaba la antes mencionada La muerte de Luis XIV, en este caso introduciendo una atmósfera malsana en la que se cuenta la historia de un puñado de nobles franceses que en compañía de sus sirvientes exportan el libertinaje sexual a Alemania.
El sexo que iguala a las personas de todas las clases sociales, es utilizado aquí como elemento perturbador e incorrecto que calma la sed en este sentido de los instintos humanos que nunca tienen término, algo que ha existido siempre durante todos los siglos en cualquiera de los tiempos en que ha vivido la humanidad.
La cinta nos exhibe una serie de promíscuas escenas sexuales de cuerpos desnudos vagando por el bosque en diversas orgías en las que no falta incluso el sadomasoquismo, en un gran número de variantes y posturas sin ningún pudor en mostrar los aparatos sexuales de los dos géneros en lo que podríamos decir emulando el refrán "que del hecho al porno no hay en este caso un gran trecho".
Los personajes aparecen y desaparecen sin más motivo o razón, sin lógica, no se sabe quienes son.
Dos horas y trece minutos es mucho tiempo para mostrar lo dicho al amparo de la oscuridad de la noche lo que hace en muchos momentos resulte difícil de ver lo que se nos ofrece en la pantalla, prácticamente sin más iluminación que la luna.
La película no tiene prácticamente guion, son combinaciones de dos en dos, y a veces tres, practicando sexo de manera cansina, desganada y poco imaginativa, para lo que según confesión del director dio plena libertad a los actores para improvisar.
Premio del jurado en la sección Un certaine regard del Festival de cine de Cannes.
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