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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es bastante frecuente que los hijos sigan la profesión o el negocio del padre o de la madre en caso de las niñas y así ha ocurrido con Greta Fernández, que ha seguido los pasos, esta vez, de su padre el conocido actor Eduard Fernández.
Después de Ficción (2006), que fue su debut en el cine, Greta Fernández vuelve a interpretar una película con su padre, Eduard Fernández en la vida real, en este caso haciendo de su hija en la ficción, en este drama social con el que debuta en la realización de un largometraje la directora barcelonesa Belén Funes, tras hacer un documental y dos cortos, entre ellos el titulado 'Sara a la fuga' (2015), que obtuvo dos premios en el Festival de Málaga, que es la base, ampliada, de este su primer largometraje, filmado de una forma tan fría que no llega a emocionar, a pesar de que lo que cuenta sea importante.
En 'La hija de un ladrón' (2019, Greta Fernández interpreta a Sara, una joven madre de 22 años, cuyo padre, Manuel, un ex convicto, reaparece para complicarle sus planes de futuro.
Sara tiene un hermano menor que ella, Martín, con problemas físicos, que ha estado ingresado en una institución mientras que el padre estuvo ausente varios años en prisión y que ella lucha por obtener su custodia para poder formar una familia, con Dani, el padre de su hijo, que no vive con ella, y con su hermano.
Entre tanto Sara vive en un piso social de acogida que comparte con otra madre soltera como ella.
Hace trabajos temporales como limpiadora o de empleada ocasional en un bar, siempre mal pagados, hasta que un día se presenta como cocinera en un restaurante y tras un período de prueba finalmente la admiten con un contrato fijo.
Ella lucha denodadamente en un ambiente hostil, precario, socialmente marginal en el que encuentra desarraigo y orfandad.
Mientras, ha puesto una demanda a su padre y está a la espera de juicio para poder tener la custodia de su hermano menor que acaba de hacer la primera comunión.
El guion se limita a contar esta simple historia de la que poco o casi nada sabemos de sus personajes, que de una forma más o menos alargada ocupa el total de la duración del film que no se atreve a rematar y cuyo final queda totalmente en el aire.
Entre medias lo que cuenta es el deambular de Sara de un lugar a otro buscando trabajo y unos breves encuentros con su padre y con Dani, el padre de su hijo que quiere que viva con ella pero al parecer se resiste deseando tener libertad.
Como fondo de este drama social y de relaciones entre padre e hija hay un reflejo de la sociedad española actual golpeada por la crisis económica que afecta a las clases más desfavorecidas.
Un punto de reflexión es el mal que algunos padres hacen a sus hijos con sus malas acciones que incluso pueden estropear toda una vida sin tener culpa de ello.
La película es ella, Greta Fernández que está en todos los planos y soportando el peso de la misma, con breves apariciones de Eduard Fernández, que no hace aquí su mejor trabajo.
Concha de plata a Greta Fernández en el Festival de cine de San Sebastián y premiada también en el de Tesalónica. Premio Dunia Ayaso a Belén Funes en la Seminci de Valladolid.
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