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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ambientada en el siglo XIX cuenta la historia de dos hombres que entran de servicio en un faro en una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra en la década de 1890 a donde llegan estos dos fareros, uno veterano con experiencia, llamado Thomas Wake, que empieza a envejecer, que espera tener la tranquilidad en la que parece que se va a sumir su vida, y otro un joven e inexperto, que es la primera vez que trabaja en ello, llamado Ephraim Winslow y ambos tendrán que someterse a una convivencia enfermiza durante cuatro semanas que dura su servicio, tras relevar a los dos anteriores.
Allí permanecerán solos, aislados, manteniendo el faro en perfectas condiciones, hasta que sean sustituidos nuevamente para volver a tierra firme.
Pero esa tranquilidad que esperaba Thomas Wake se verá alterada cuando el aislamiento hace mella en los dos protagonistas, que luchan por mantener la cordura en un ambiente de tensión, hostil y oscuro, que provoca el constante enfrentamiento entre los dos al surgir problemas de convivencia.
El veterano, como jefe, establece que él se cuida del faro de noche y el joven se dedicará a hacer los trabajos de mantenimiento, que son los más duros ingratos y costosos durante el día, en una especie de explotación laboral, teniendo que afrontar las tormentas, el frío y los ataques de un mar bravío.
La jerarquía no le sienta nada bien a Winslow que se ve humillado y maltratado por Thomas, pero en principio no se atreve a desobedecerle.
Mientras tanto el roce diario hace que vayan cogiendo confianza y haciéndose algunas confidencias de su oscura vida anterior, ya que los dos hombres ocultan secretos inconfesables, en una atmósfera insana en la que surgen obsesiones y temores.
Winslow era maderero y un compañero suyo murió entre troncos arrastrado por el río, mientras que Thomas también fue testigo de un compañero que murió loco, según confiesa.
Con frecuencia se emborrachan para paliar la soledad y tal vez la locura que les puede llevar a un final inesperado.
Es una historia claustrofóbica de estas dos personas encerradas en un faro, en constante enfrentamiento y luchando contra las desatadas fuerzas de la naturaleza, en la que poco a poco vamos sabiendo del pasado de ambos y de las motivaciones que le llevaron allí, lo que desde el punto de vista artístico es un impresionante duelo interpretativo entre el veterano Willem Dafoe, a cuyo notable trabajo nos tiene acostumbrado en anteriores producciones, y el joven Robert Pattinson, del que sí nos sorprende más su interesante labor en esta ocasión, en esa lucha que se establece entre ellos prácticamente a muerte.
En este sentido la labor de la dirección ha sido ímproba para mantener el interés con una puesta en escena, nunca mejor dicho, porque podía ser una aburrida obra teatral y sin embargo trata de que sea algo diferente, cinematográfico, eligiendo en todo momento el mejor enfoque, el plano apropiado, el encuadre ideal.
El guion se inspira en un suceso real ocurrido a principios del siglo XIX en un rústico faro de una pequeña isla del país de Gales y en las leyendas de la mitología griega sobre el mar y el resultado no es fácil, escrito por él mismo en compañía de su hermano Max, sobre el transcurrir de los días y la monotonía de la tarea diaria, rota con alguna que otra borrachera.
No obstante creemos que a pesar del trabajo de ambos, se podía haber acortado un poco y hubiera sido más llevadero, como la de alguna que otra pesadilla o alucinaciones debido al alcohol para romper el lento caminar de la narrativa densa y no especialmente fácil.
Llama la atención el hecho de que emplea un formato cuadrado que parece que es más apropiado para reseñar y hacer notar la estrechez de espacio que es un faro, y en vez del color usa la fotografía en blanco y negro con matices que le da un tono expresionista en algunos momentos con el uso de la luz, a lo que hay que añadir la interpretación de ambos que se reparten el protagonismo ya que están, juntos o por separado todo el tiempo en pantalla.
Robert Eggers, el visionario cineasta norteamericano tras la cinta de cine de terror La Bruja (2015), nos trae esta hipnótica fábula llena de libertad creativa sobre los dos fareros cuya relación no será un camino fácil mientras combaten la constante tentación de dejarse arrastrar por la locura, ya que hay pasajes que no se sabe si pasan en realidad o por la cabeza se sus protagonistas.
Premio Fipresci en el Festival de cine de Cannes. Premio del jurado a Robert Eggers en el Festival de Deauvilles. Premio Fright Meter a la mejor fotografía. Premio Fipresci y de la Federación Internacional de críticos en el Festival Jameson CineFest. Premio Satellite a Willem Dafoe. Nominado al Bafta la fotografía.
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