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CRITICA
Por: PACO CASADO
El Oeste clásico siempre estuvo poblado de pulcros vaqueros y héroes intachables que vencían al villano, un Oeste mitificado que poco respondía a la Historia pero que creó un mundo propio y un género irrepetible y rico.
Ahora que atravesamos una época de crisis para el cine norteamericano, con el hándicap del subgénero creado en Europa sobre el western, las nuevas películas del Oeste han dado paso a una galería de personajes tarados, desencantados, marginados de la sociedad y cuya vida tiene mucho de sucia, rastrera y poco o nada de heroicidad.
Con el peligro de caer en la pedantería y el sicologismo, con el fallo de querer hacerlo todo diferente en un género con tanta tradición y grandeza, directores nuevos norteamericanos intentan dar su visión distinta del famoso Oeste.
Uno de ellos es en esta ocasión Dick Richards, que consigue con 'Coraje, sudor y pólvora' (1971), un film estimable, lleno de inteligencia y honradez, aunque no de madurez.
Estamos ante la típica cinta que quiere renovar muchas cosas y corre el peligro de perderse en las intenciones; pero afortunadamente se han construido unos personajes convincentes y la historia funciona bien, como es la de un chico que conoce el mundo a través de una banda de vaqueros.
Está contada con buen pulso, con una imagen lograda y con un uso del color muy hábil, la película resulta un ejemplo estimable de la renovación del género y en su modestia y sencillez supera a otros films similares de este género.
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