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CRITICA
Por: PACO CASADO
El western se resiste a morir definitivamente y de vez en cuando, aunque sea con cuentagotas, aparece un buen ejemplar que le da un hálito más de vida al género.
En esta ocasión es el actor Ed Harris quien tras debutar detras de la cámara con Pollock (2000), que contaba la vida del pintor Jackson Pollock, cambia de género seis años después para hacer esta su segunda película como director, encargándose además de la producción, de colaborar en el guion, de ser el protagonista principal de esta historia, y también participó en la banda sonora componiendo con Jeff Beal y cantando la canción que pone fin a la cinta You'll never leave my heart.
Se trata de la adaptación al cine de la novela de Robert B. Parker que narra la vida de dos amigos, Virgil Cole y Everett Hitch, dos pistoleros que en 1882 se ponen al servicio de la comunidad de Appaloosa, en el territorio de Nuevo México, que se ve asediada por Randall Bragg, un despiadado ranchero recién llegado, con dinero y una banda de matones, que imponen su ley por la violencia y la fuerza de sus pistolas, que no más llegar entran en un comercio y matan a tres legisladores locales.
Ellos se encargarán de establecer la paz y de hacer justicia arrestando a Randall Bragg y llevarlo a juicio.
Pero la llegada de Alison French, una joven y atractiva viuda, va a poner a prueba la amistad que durante doce años han mantenido estos dos hombres y que no están dispuestos a romper, hasta el punto de que son capaces de sacrificarse el uno por el otro, arriesgando la vida, por conservar su lealtad.
El guion compone personajes que no son de una pieza, parcos en diálogos pero inteligentes, que se ven metidos en situaciones tensas que mantienen el interés del espectador.
Son hombres de pocas palabras que casi se entienden con la mirada y prefieren a veces hablar con las pistolas, aunque no haya mucha violencia en la trama.
Para su segundo largometraje como director, el actor Ed Harris, escoge hacer un pausado western clásico, que mezcla con maestría acción, suspense y desarrollo emocional de los personajes en el que la trama no dice nada nuevo, ya que es una historia que hemos visto mil veces repetida en el cine, pero le sirve para estudiar la psicología de sus personajes, lo que antepone incluso a la acción, sobria y con diálogos nada banales.
Ha cuidado la puesta en escena, el vestuario y las costumbres de la época, 1882 en Nuevo México, sin olvidar un duelo a pistola como se hacía realmente y no como estereotipó el cine del Oeste.
Si algo destaca por encima de todo es su trío protagonista.
Y es que Harris se reservó el papel principal y se rodeó de una pareja de actores de lujo: Viggo Mortensen, con quien ya había trabajado en Una historia de violencia (2005), y Jeremy Irons.
La presencia femenina se salda con la aparición de Renée Zellweger que sustituyó a última hora a Diane Lane.
El reparto mantiene un buen nivel, siendo éste un recio film de actores, con una estructura de western convencional, de ritmo pausado, pero interesante.
Mejor película y guion adaptado en el Festival de Boston. Wrangler de bronce en los premios Western Heritage.
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