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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine y el deporte parece que van unidos en las producciones norteamericanas, ya que con bastante frecuencia nos llega alguna historia en la que se relacionan ambos.
En esta ocasión es un relato infantil, que parte de un orfanato donde vive Calvin, un chico de 14 años, y sus amigos deseosos de ser adoptados, mientras juegan al baloncesto y sueñan con convertirse en una estrella de la NBA.
Este deseo se va a ver cumplido el día en que se encuentran unas viejas zapatillas con unas descoloridas iniciales MJ, que pertenecieron a Michael Jordan, que resultan ser mágicas, logrando así que es fichado por un equipo en crisis y logra convertirse en la ansiada estrella en cada partido.
El film no es más que un cuento navideño con huérfanos incluidos en el que es fácil introducir la nota sentimental y donde el pequeño ídolo demuestre a los grandotes que no sólo hay que ser una estrella en la cancha sino también en la vida.
Un guion con una historia previsible, casi un cuento infantil con zapatillas mágicas y final feliz, con malo incluido, del que podemos sacar la conclusión de que nunca debemos perder la esperanza, ya que a veces los sueños se hacen realidad. Está protagonizado por un cantante rapero infantil, Lil Bow Wow, famoso allí, pero desconocido aquí, que hace su debut en el cine, discretamente dirigido por John Schultz el realizador de La chica de al lado (1999).
Premio del público en el Festival de cine de Gijón.
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