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CRITICA
Por: PACO CASADO
Mitsuru Sasaki es un cocinero superlativo que controla el autocontrol y puede hacer maravillosas comidas sin siquiera pensarlo, pero es tan perfeccionista que pierde su reputado restaurante y se ve obligado a cocinar por encargo.
Tiene unos pedidos muy especiales, sobre todo de personas a punto de morir, que desean comer algo que les gusta y le trae buenos recuerdos, y acude con su gran maleta donde tiene todo lo necesario para ofrecerle in situ el plato que desea cocinado en su presencia.
Un día recibe un pedido muy especial de un afamado chef para cocinar un plato muy específico que se sirvió en un mítico banquete espectacular del siglo pasado.
El problema es que necesita descubrir la receta del célebre cocinero Yamagata que estuvo en la Manchuria ocupada en China en la década de 1930, que tardó tres años en esa tarea de idear todos los platos del gran banquete, entre 1933 y 1937.
Como anticipo le dan tres millones y se pone en marcha para conseguirlo.
A partir de ese momento Sasaki va contactando con todas aquellas personas que aún viven que tuvieron relación con el famoso cocinero Naotaro Yamagata y a través de flash back vamos conociendo cual fue su peripecia para hacer ese gran convite para un emperador japonés que consistió en 112 recetas de platos diferentes, que clasifica según las estaciones del año.
El guion se basa en la adaptación de la novela de Keiichi Tanaka, en el que transcurren en paralelo la investigación de Mitsuru Sasaki en la actualidad, como por otra parte la de Naotaro Yamagata que discurre en la década de 1930, en la región china de Manchuria que está invadida por los japoneses.
Una parte central del argumento consiste en cómo va preparando los diferentes platos cuya receta pega en un gran panel en la pared de la cocina hasta completar el número total.
Su esposa, Chizu Yamagata, se encargó de recoger todas esas recetas y encuadernarlas en un libro que va de mano en mano de una generación a otra, aspecto éste que hace un poco más complicado seguir en la parte del argumento sobre la trayectoria de las mismas, a lo que se le une la dificultad de los nombres japoneses y la identificación física de los personajes.
Yamagata es un hombre con un paladar diferente al que no se le olvida el sabor de cualquier comida que prueba y es capaz de repetirla sin conocer su receta.
Es además un hombre muy personal, exigente con los que trabajan a su lado a los que les hace repetir las recetas hasta lograr que sean perfectas y no confía en los demás, pero logra triunfar cuando deposita su confianza en los que tiene a su alrededor, lo que es una enseñanza que se puede sacar de esta historia, como la que él dice que la cocina es una evolución constante y que hace feliz a las personas.
La trama se complica un poco más con la introducción del tema político y de espionaje debido al ambiente que se vivía en esos momentos con la entrada de los rusos en esta historia.
Es un film que posiblemente podrán disfrutar mejor los amantes de la gastronomía, los que sean aficionados a este tipo de relatos con la comida como base, que se ha convertido casi en un subgénero debido a las numerosas cintas que han surgido en los últimos tiempos sobre este tema.
Tiene una bonita y abundante partitura en su banda sonora de Yugo Kanno.
Esta es la penúltima película, de momento, del director japonés Yôjirô Takita, un cineasta con más de dos docenas de premios y nominaciones obtenidos con sus films que recordarán que es el ganador del Oscar al mejor en habla no inglesa por su titulada Despedidas (2008), que ha sido la última de las pocas suyas que hemos podido ver en España.
Igual ocurre con su protagonista el actor Kazunari Ninomiya que fue el protagonista de Cartas desde Iwo Jima (2006), dirigida por Clint Eastwood.
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