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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta película se presentó en el Festival de cine de Sitges fuera de competición en la edición 51.
La acción transcurre en Barcelona en tiempo actual y curiosamente toma una gran actualidad debido a su argumento.
Tras romper con Irene Corvo, los amigos y compañeras de trabajo de Víctor Negro, un asistente social dedicado a la tercera edad, se empeñan en encontrarle una nueva pareja, aunque aún la sigue queriendo y cree que podrá volver a recuperarla algún día.
Victor no quiere olvidar a Irene, incluso cuando aparece Lola, una chica amiga de uno de los compañeros de la oficina, con la que se cita en un bar y corre una breve aventura con ella haciendo algunas locuras como colarse en el teleférico.
Estando allí le llama Irene, que es anestesista y trabaja en un hospital, que se muestra muy nerviosa, porque la gente que tiene a su alrededor se comportan de forma diferente, misteriosa, como si hubieran perdido los recuerdos, los sentimientos y las emociones, que le pide ayuda.
Victor, toma fuerzas y decide convertirse en el héroe que nunca fue para Irene y decide ir a rescatarla.
Él es un hombre que ha sido un sujeto pasivo de su propia vida y ahora tendrá que tomar las riendas para luchar contra un virus que amenaza con quitarle la poca humanidad que le queda.
Influenciado por las películas y las series que le marcaron durante su infancia en los años 80 que le han cambiado la vida, no es capaz de ofrecer una explicación racional a los hechos que están pasando ante sus ojos.
Todo se complicará aún más cuando sus amigos deciden ayudarle.
Victor tendrá que olvidar sus miedos y hacer frente a este nuevo síndrome antes de que le posea.
Parece ser que es una planta la que está provocando esa situación en la que la gente se tira por el balcón o se atacan unos a otros y ante esos sucesos el gobierno decreta una cuarentena.
El guion está basado en la novela homónima de Marc Pastor, tercera de este autor, publicada en 2011 y traducida a diez idiomas, tras 'Montecristo' y 'La mala mujer'.
En ella, sin haberla leído, notamos como al protagonista, que tiene ciertas influencias de películas similares en su argumento, como La invasión de los ultracuerpos (1978), de Philip Kaufman, remake de la de 1956, realizada por Don Siegel o las de zombies, por ejemplo, en cuyo argumento, como en el film, algo está poseyendo a las personas haciendo que su comportamiento cambie sin otra explicación aparente.
La diferencia con aquella es que iba en serio y aquí se trata de una comedia, o al menos pretende que así sea, aunque no siempre lo consigue, ya que también hay escenas de terror light, ciencia ficción, drama.
La historia comienza más o menos bien, pero en el último tercio da unos giros que no se corresponden con el resto que lo que hemos visto hasta aquí, haciendo que todo cambie y que los personajes se den la vuelta en su actitud ante las circunstancias lo que puede hacer pensar que se trataba de una fantasía o de un simple mal sueño, que sería lo mejor que le podía pasar a esta historia.
El director de este largometraje es el onubense Carlos Martín Ferrera, del que conocíamos su film Zulo (2005) y ahora nos llega este con bastante retraso cuando ya hizo otro título el pasado año aún no estrenado.
Posiblemente de haber sido llevada a la pantalla por los propios hermanos Pastor, que tan aficionados son a las situaciones apocalípticas como ya lo demostraron en Los últimos días (2013), el resultado hubiera sido mucho mejor.
El protagonismo se lo carga Ivan Massagué que tiene detrás de él a tres mujeres, la mexicana Ana Serradilla, la italiana Miriam Giovanelli y la española Silvia Abril.
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