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CRITICA
Por: PACO CASADO
La anterior película de John Boorman, la que le dio fama y resonancia a nivel mundial, fue 'A quemarropa' (1967), un film inteligente en donde se veía el estilo de un autor y lo que puede dar de sí.
Ahora nos llega la siguiente cinta, 'Infierno en el Pacífico' (1968), hecha para el lucimiento típico no ya de los dos actores, únicos protagonistas, sino también del propio realizador.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un piloto norteamericano va a parar a una isla del Pacífico que, aparentemente, está desierta.
Sin embargo un militar del otro bando, se encuentra también allí: se trata de un oficial de la Armada Japonesa.
Los dos hombres se verán obligados a convivir y su relación a partir del odio y la desconfianza iniciales, irá evolucionando a medida que se van conocimiento mejor.
Producción que goza de un reconocido prestigio por la originalidad con que afronta en un ambiente bélico la relación entre dos enemigos que se ven obligados a confraternizar
John Boorman dirige con buen pulso esta historia pacifista en la que se recrea y alarga una situación inicial y exclusiva, como es la estancia en una pequeña isla solitaria y deshabitada del Océano Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial de un piloto norteamericano cuyo avión ha sido derribado y un capitán de la armada japonesa abandonado a su suerte.
En esas circunstancias deben cesar las hostilidades si desean sobrevivir y tratar de convertir el odio en amistad.
Con un regusto a veces excesivo por el detalle, el director va profundizando en los caracteres de estos dos seres, incomunicados por el lenguaje y enemistados por sus ideas y las circunstancias históricas en las que se ven envueltos.
Si la tomamos como un mensaje de esperanza en la comunicación humana, nos resultaría incompleto y sobre todo infantil y sin profundidad.
Es más interesante su faceta documental, anecdótica, la narración minuciosa y a veces casi humorística del comportamiento de estos dos hombres enfrentados con una forma de vida auténticamente inhumana.
Es una crónica desapasionada, sin tomar partido, y como tal nos resulta válida e interesante.
La forma de hacer cine de John Boorman es un tanto artificial, y en eso no desentona en esta película con respecto a la anterior, 'A quemarropa' (1967), pero su artificiosidad, su estética rebuscada tiene un poso de originalidad, no es un puro efecto gratuito sin base ni justificación.
Dirigida con estilo y con fuerza, gusta sobre todo en la parte que transcurre en la isla, más que cuando la abandonan en la balsa.
En ella se plantea una bella metáfora sobre la guerra y la amistad entre dos seres tan diferentes.
El final es algo efectista, pero en cierto modo era la manera más justa y lógica de terminar esta historia en la que la guerra es el telón de fondo, nunca nombrada pero siempre presente.
Film, pues, de corte minoritario, pero meritorio e interesante, que cuenta con una excelente fotografía y con un gran trabajo de los dos actores, únicos protagonistas, que realizan una labor en verdad muy destacable, sin que pueda ponerse ni a Lee Marvin, ni a Toshiro Mifune, uno por encima del otro en su estupenda interpretación que hacen ambos.
Así pues, es una cinta de interés que confirma a un director con personalidad en John Boorman, que nos hace esperar nuevas obras de este realizador inglés que trabaja en el cine norteamericano .
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