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CRITICA
Por: PACO CASADO
Nos alegra que últimamente parece que el género policiaco está volviendo a revivir aquellas fórmulas clásicas en las que lo que privaba era la investigación pura y dura, a pesar de que muchas veces se hacía un poco complicada debido a los recovecos que se iban produciendo en la misma, por lo que en ocasiones había que estar muy atento para no perder el hilo de la trama.
La acción arranca con Jacob Kanon, un detective de Nueva York, que investiga la muerte de su hija, que fue asesinada en unas circunstancias muy especiales, mientras estaba de luna de miel en Londres, un viaje de boda que le pagó él, cosa que parece que Valerie, su esposa, de la que se entiende que está separado, le reprocha, ya que de lo contrario tal vez no hubiera ocurrido.
Pocos días antes se había producido un asesinato en Madrid en unas brutales circunstancias parecidas, siempre de parejas jóvenes y con el recibo previo de una postal con una frase alusiva a la muerte que le llega a un periodista de un diario local.
Ya que está en Londres para identificar el cadáver de su hija quiere investigar por su cuenta, se pone en contacto con Scotland Yard, pero no le dejan intervenir en el caso, no obstante hace amistad con uno de sus agentes.
El siguiente asesinato se produce en Munich y otros más en Bruselas y Estocolmo y esta vez quien recibe la postal es Dessie Lombard, una periodista norteamericana que trabaja de corresponsal en un periódico, con la que hace amistad que al verse inmiscuida en este asesinato se ve interesada en esa clase de crímenes y colabora con él.
Las postales suelen tener frases como "Hasta que la muerte nos separe", "El amor nunca muere", "Mira cómo mueren los inocentes", "Se ha cerrado el círculo".
La policía comienza a sospechar que no es un asesino solitario, sino que se trata de una pareja la que lleva a cabo esos deliberados actos de brutal violencia, que da lugar a profundizar en la psique humana.
Junto a este seguimiento de las pesquisas, se desarrolla otra historia, que marcha en paralelo, que investiga la esposa de Kanon que ayuda en este sentido, entrevistándose con un preso que hizo una estafa multimillonaria que al parecer algo tiene que ver en el asunto que también tiene su interés.
La trama está muy bien llevada, los crímenes se van sucediendo hasta un total de cinco y aunque el espectador sospecha de alguna pareja, siempre hay un giro en la acción que desvía el interés hacia otro lugar o un descubrimiento que aumenta la intriga.
Tal vez se le puede reprochar al guion, basado en el best seller más vendido de 2010 de James Patterson, esta vez escrito con la periodista sueca Liza Marklund, que deja entrever demasiado pronto la sospecha sobre la posibilidad de quiénes son los autores de los asesinatos, pero aumenta por otra parte con otras cuestiones sobre los mismos.
A pesar de no tener actores muy conocidos eso no es óbice para que el espectador no se sienta interesado en la trama, e incluso parece que le da más naturalidad a la investigación que cuando el protagonista es un actor famoso.
Danis Tanovic es un director bosnio, nacionalizado belga, relativamente joven, del que ya le conocíamos su buen hacer a través de la estupenda En tierra de nadie (2001), que ganó el Oscar a la mejor película extranjera y de la interesante La mujer del chatarrero (2013), realizada en muy poco tiempo y con un presupuesto ridículo, aunque no en este género policiaco que lleva a cabo con mucho aplomo y seguridad en lo que cuenta, lo que afianza al espectador desde el inicio al desenlace, con un final abierto.
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