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CRITICA
Por: PACO CASADO
Jim Reed, un veterano de la guerra de Vietnam, retirado, es ya muy mayor, que con seguridad pasa de los setenta años, con un pasado traumático que se ha marchado a la pequeña población de Allagash, en el norte de Maine, que lleva el mismo nombre del río, durante una semana para cazar y pescar, pero no tiene licencia y busca la ayuda de un amigo cuando pesca algo o casa algún ciervo, para que no lo multen.
Está enfermo y de vez en cuando vomita sangre, pero él parece no darle demasiada importancia, aunque los años y la enfermedad le hacen caminar lento.
Él es viudo, había perdido a su esposa en un accidente de tráfico debido a la bebida, por lo que se siente culpable, su hija se marchó de casa y su hijo hace un año que no le dirige la palabra, pero ya lleva bastante tiempo que no prueba ni una sola gota de alcohol.
No obstante un día acude a una de esas sesiones que se suelen dar para bebedores en alcohólicos anónimos y allí hace una cierta amistad con George Tibor, que resulta ser el marido de Debbie, la joven camarera del bar local, que le había confesado que tiene a su hija enferma y problemas con su marido debido a la bebida.
Uno de esos días la televisión da la noticia de que se ha producido un atraco a un casino a cargo de cinco delincuentes que se han llevado unos tres millones de dólares de botín, resultando tres agentes de seguridad muertos en el atentado.
En una de sus incursiones de caza, dispara a un ciervo y falla, no obstante lo persigue y le vuelve a disparar, pero a quien ha matado es a una mujer confundiéndola con su presa de caza y ve que a su lado hay una bolsa con el dinero en efectivo resultante del atraco, que han robado en el casino.
Guarda el dinero en una cueva y a partir de ahí los cuatro restantes atracadores que se han dado cuenta de que es el único que puede haber cogido la bolsa, lo persiguen a muerte.
Es una sencilla historia realizada con un presupuesto tan exiguo que no llega ni al medio millón de dólares, realizada con actores poco conocidos, salvo el principal protagonista Tom Berenger, al que encontramos muy envejecido.
John Barr hace aquí de Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como, ya que acapara la realización, la construcción del guion con la ayuda de Alan Petherick, que se ha limitado a revisarlo, y también lleva a cabo la dirección de la fotografía, lo que explica con tanto ahorro la escasez de medios el haberla podido llevarla a cabo.
La historia mantiene bien el interés a pesar de que tiene un comienzo un tanto anodino en el que prácticamente apenas pasa nada, pero da pie para ir conociendo a los distintos personajes que intervienen en el relato, hasta que bien entrada en la narración comienza a animarse con las escenas de acción en la persecución que llevan a cabo los cuatro atracadores tratando de cazar a Jim.
El guion no cae finalmente en el tópico de un desenlace previsible al tiempo que termina con una buena obra.
En John Barr se vuelve a dar la circunstancia de pasar por varios departamentos lo que viene siendo tan frecuente hasta llegar a la realización.
Con la experiencia adquirida como director de fotografía, como tal saca bastante partido de los paisajes nevados y el entorno rural, compensando así la falta de diálogos en muchos momentos al estar Jim solo en escena.
Tras algún tiempo en esas otras tareas, ha decidido pasarse a la dirección después haber hecho un corto, siendo ésta por tanto su ópera prima, que dirige de forma bastante discreta.
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