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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras pasar por los festivales de cine de Cannes en la Quincena de directores, San Sebastián, Lisboa y Sitges, sin pena ni gloria, llega a las pantallas españolas 'Zombi Child' (2019), de Bertrand Bonello.
La película tiene un prólogo en Haití en 1962.
Alguien echa una pócima en unos zapatos, el hombre enferma, muere y es enterrado y en las plantaciones de caña de azúcar unos obreros trabajan de forma lenta, como si estuvieran enfermos.
La acción pasa a París en la actualidad en un internado de élite creado por Napoleón en el que las alumnas son hijas o nietas de familias que han obtenido la Legión de honor de Francia.
Un grupo de cuatro alumnas amigas, Romy, Salomé, Adele y Fanny, someten a prueba a Mélissa, una chica de color de origen haitiano para aceptarla entre ellas.
Sus padres murieron durante el terremoto de Haití de 2010 y se ha criado con una mujer Mambo, lo que en Haití significa que sabe hacer vudú, que es una hechicera.
Entre las amigas está Fanny que suspira por su amor, Pablo, con el que sueña volverlo a ver en las vacaciones de Navidad.
Un día Melissa le cuenta su historia a las demás.
Las acciones de las chicas en el colegio se alternan con las de un negro que ha huido de una plantación y termina visitando una tumba en un cementerio.
No cabe duda que esta producción a pesar de su título, que no tiene una aclaración muy exacta, no se trata de una película de zombis al uso, de esos muertos vivientes que persiguen a las personas, hambrientos de carne, son precisamente otros que cuando comen carne no humana resucitan y vuelven a la vida.
El film resulta un tanto aburrido, ya que a lo largo de él transcurren dos historias paralelas, por una parte está la de estas adolescentes que no interesa grandemente y por otro lado se encuentra el tema de estos zombis especiales, de los cuales lo más interesante es el relato que Mélissa le cuenta a sus compañeras de su abuelo y el por qué ella es nieta de un zombi.
De poner en imagen estos dos relatos se encarga Bertrand Bonello, un cineasta nacido en Niza, que lo hace desde la triple faceta de director, guionista y responsable de la fotografía, que es el octavo film de su filmografía, siendo el resto hasta un total de quince, cortos y un documental.
Algunos críticos han querido ver en esta cinta una de zombi con un aliento poético que no acabamos de encontrar por ningún lado. Simplemente son dos historias que transcurren en paralelo, en París y Haití, pero en tiempos disímiles, que nunca acaban por coincidir en la que algunas cosas quedan sin una explicación que deje satisfecho al espectador.
Nos da la sensación de que el cineasta francés Bertrand Bonello ha querido abarcar demasiado haciendo una de zombis original y se ha quedado en algo que no ha terminado de cuajar.
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