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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando Blake Edward rodó La pantera Rosa (1963) se dio cuenta de que había dado con la clave de un buen personaje cómico en la figura del inspector Jacques Clouseau y de nuevo lo pone en funcionamiento en esta segunda película.
Tal vez ni siquiera pensara que los monigotes de los títulos de créditos tuvieran cuerda como para que fueran llevados a la televisión en una serie de dibujos animados.
La riqueza de la personalidad de la creación del inspector Clouseau, se pone de manifiesto en esta segunda aventura suya de la serie, en la que se encuentran algunas de las claves.
En este caso el inspector Clouseau, que como policía es un auténtico desastre, se encarga de investigar el asesinato del conductor del señor Benjamin Ballon en su finca y toda una cadena de ellos que se vienen cometiendo entre la servidumbre del famoso multimillonario.
Los crímenes se multiplican y Clouseau lleva el asunto por los más disparatados derroteros, provocando así el caos más absoluto.
Blake Edwards crea aquí una situación, plantea un misterio que resuelve a los pocos minutos de comenzar la narración y casi olvida después el caso criminal, ya que el espectador a partir de ahí lo conoce todo, para centrar la atención en el personaje central que crea y recrea en las más diversas y absurdas situaciones que dan lugar a la constante comicidad hasta casi aislarlo de los demás.
Pero, por otra parte, no separa el gag del contexto del inspector, ni de la acción del film, por lo que no rompe el ritmo.
La cinta logra interesar y divertir en todo momento al público con su fresca comicidad, desde los ingeniosos títulos de créditos iniciales, hasta el término de la proyección.
Continúa presente en la banda sonora la excelente música de Henry Mancini, así como la notable labor interpretativa de Peter Sellers, bien secundado en este caso por Elke Sommer.
El vestuario fue nominado al Bafta y Elke Sommer al Laurel de oro.
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