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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hubo una etapa en la que en el cine norteamericano las películas de catástrofes se pusieron de moda y así nos ofreció un edificio en llamas, un gran terremoto y toda una serie de aviones en peligro con la consiguiente muerte de algunos de los pasajeros ante las dificultades de aterrizaje o de una bomba a bordo entre otros variados casos.
De vez en cuando aparece tímidamente con cierta similitudes con otros títulos de este mismo género, con la Tierra en peligro como en este caso amenazada por el cometa más grande de la historia a punto de impactar con ella con la consiguiente destrucción de gran parte de la misma.
En este sentido podríamos citar algunos de los títulos que incidieron en este tema en tiempos pretéritos, pero esos serán recordados por todos los buenos aficionados con facilidad.
John Garry es un ingeniero de estructuras, que vive en Atlanta (Georgia), casado con Allison, con un hijo de siete años, Nathan, que padece diabetes y tiene que suministrarse con cierta frecuencia insulina.
El matrimonio atraviesa por unos momentos difíciles en su relación, pero al fin y al cabo ese será el menor de los problemas a solucionar ante las dificultades que habrán de afrontar.
Un día recibe en el móvil un comunicado del gobierno en el que se le comunica que junto con su familia han sido seleccionados para acudir a un refugio ante una inminente catástrofe y no se trata de un simulacro.
Rápidamente se ponen en camino del aeropuerto, les dejan pasar con sus pulseras que les validan, pero Nathan se ha dejado su medicación en el coche y el padre acude a por ella, mientras tanto se descubre que el niño tiene esa enfermedad y no puede ir con ellos al secreto refugio.
Es ahí donde comienzan las dificultades para estas tres personas, las cuales no van a ser fáciles de solventar comenzando por el hecho de quedar el matrimonio separado, decidiendo ella marcharse a casa de su padre, le deja una nota a Johnny que también irá en la misma dirección, no sin encontrar bastantes dificultades por el camino ambos.
Entre tanto el enorme cometa Clarke, que amenaza con impactar con la Tierra, desprende constantemente grandes meteoritos que caen en distintas ciudades quedando destruidas por el fuego.
Este lineal argumento sirve para provocar momentos de angustia en los personajes, de emoción en otros, de acción violenta a veces, de pánico, de miedo en la población y de muerte y destrucción en todo momento con los consiguientes impactos mortales procedentes del espacio exterior que pone a la humanidad al borde de la inevitable extinción.
De todo ello se desprende una defensa de la familia a ultranza como tantas obras veces suele exponer el cine norteamericano en muchos de sus argumentos.
La situación de la familia Garrity no es más que un ejemplo de la multitud de ellas en la misma o peor situación, sin contar las que perecen debido a los impactos que provoca el apocalipsis, aunque sea de forma parcial en el planeta.
El guion sin mucha historia la lleva de manera lineal y a pesar de lo que sucede está falto de emoción en muchos momentos.
El interés se centra más en el drama humano que en un derroche de efectos visuales que muestren la destrucción.
Producida e interpretada por el propio Gerard Butler parece hecha para el lucimiento del actor, aunque no tiene muchas ocasiones para ello, ya que algunas son bastante tópicas.
Para conducir las riendas de este relato está el californiano Ric Roman Waugh, del que recordarán El mensajero (2013) y Objetivo: Washington D.C. (2019) que lleva la narración de manera algo lenta para tratarse de un film de este género, que se hace un poco largo en cuanto a metraje.
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